A nadie se le escapa que los incendios que asolan España, particularmente su noroeste, son una tragedia en diversos ámbitos. Humana, por lo que supone de pérdida y dolor para los habitantes de las provincias afectadas. Y medioambiental, por la pérdida de patrimonio natural que pinta las primeras cicatrices de carbón que advierten de los riesgos del cambio climático. Pero en tiempos de inteligencia artificial hay elementos que no consideran el dolor, humano o del planeta. Una de las consecuencias de los fuegos en Galicia es el cierre de la conexión ferroviaria con Madrid. Y en virtud de la estrategia de precios en función de la demanda, denunciaba el sábado La Voz de Galicia, los algoritmos que gestionan el precio de los billetes de avión han incrementado los precios de los vuelos que conectan la región con el resto del país, multiplicándolos incluso por seis respecto a las mismas fechas de hace un año, cuando no había incendios. Los algoritmos, como el Hombre de Hojalata de El Mago de Oz, no tienen corazón. Y tal vez, ante según qué hechos, deberían tenerlo.
ALGORITMOS SIN CORAZÓN
18.8.25
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