¿CARNAVAL?, ¡NO GRACIAS!

Hay muchas costumbres que no entiendo por más años que viva, como gastarse el dinero en petardos por San Juan para quemarlos, o beber cava brut. Otra de ellas es el hecho de disfrazarse por los Carnavales, que conlleva además como pasa por las fiestas de Navidad una especie de obligación de estar o aparentar estar contento, alegre y feliz. Y, sinceramente esto de disfrazarse, o la rua lo encuentro francamente patético y demodé, trasnochado, vaya. Además de que no está excesivamente arraigado en nuestro país, es que soy incapaz de entender porque la gente se disfraza para aparentar lo que no es, si esto ya lo hacemos cada día del resto del año, cada uno con sus miserias. Continuamos empeñados en perpetuar una serie de costumbres del siglo pasado en el que en muchos aspectos todavía estamos anclados, sin ser capaces de entender que estamos en otro siglo, en otras circunstancias y con muchos problemas. Problemas que no desaparecerán porque un día al año nos disfracemos de lo que no somos y que no lleva pues, a ninguna parte. Costará entrar en el nuevo siglo de lleno, y por lo visto lo haremos de rebajas, en 1912 se hundió el Titanic, en cambio en 2012 se ha escorado un crucero a 100 metros de la playa por culpa de un capitán petimetre, y ha embarrancado un barquito en Formentera. Incluso en la tragedia hemos perdido grandeza y dignidad.

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