Cuando Rosita murió de difteria, tenía cinco meses, mi padre fue quien se dio cuenta al ver a su hermana en la cama quieta y sólo con un ojo abierto, hasta el punto que se pensaba que todavía no se había muerto del todo. Rosita era la tercera hermana del padre y a día de hoy no habría muerto, porque habría sido vacunada entre otros males, contra la difteria, pero estos hechos se produjeron en el año 1921 y en aquella época no se vacunaba a los niños.
Lo digo por esta digamos, moda o tendencia de no vacunar a los niños que se está imponiendo en un sector de nuestra sociedad, despreciando de modo ignorante el peligro que conlleva, como se ha visto en el reciente caso de Olot ; y ya sé que no es obligatorio hacerlo, que ni siquiera en la Escuela te lo piden o exigen, pero a este Gobierno que tanto le gusta legislar incluso tonterías sin sentido, tal vez debería ponerse y legislar sobre la obligatoriedad de vacunar a los niños, por su bien y además comprobarlo.


Cuando sean mayores que hagan lo que crean oportuno, yo por ejemplo no me he vacunado nunca contra la gripe, posiblemente por qué más que contra me estaría vacunando pro, pués aquí si que no lo tengo nada claro que sea efectivo vacunarse y como soy adulto puedo tomar esta decisión con todas las consecuencias que me pueda conllevar, pero esto una criatura no lo puede decidir y los padres no pueden o no deberían poder decidir por ella. O así me lo parece a mí.