Gerod Woodberry, un ladrón de medio pelo, aunque audaz, ha conseguido tocar la gloria. Siempre podrá decir que fue portada del The New York Post, y en domingo, gracias a su condición de ir sableando bancos –tiene una fijación con las oficinas del Chase en Manhattan y Brooklyn, como si quisiera saldar una cuenta pendiente– de una manera no violenta, al más puro estilo de la picaresca española.
En lugar de sacar una pistola, Woodberry se acerca a la ventanilla y deja una nota escrita. “Esto es un atraco”.
Desde el 30 de diciembre y hasta el pasado miércoles, el presunto saqueador deslizó ese papel en cuatro sucursales, a la vista de las cámaras de vigilancia. En un par de casos se llevó 1.000 dólares de cada dependencia, botín nada despreciable. En los otros dos intentos se marchó de vacío pero, al parecer, con espíritu muy deportivo, sin perder la compostura.
La policía difundió su foto en miles de teléfonos y un agente, que iba a trabajar, lo vio y lo detuvo el jueves. El viernes pasó a disposición judicial. Salió en libertad. Según el Post , tabloide ultraderechista de la familia Murdoch, defensor de la ley y el orden salvo cuando los supuestos malos son Donald Trump y acólitos, Woodberry se quedó patidifuso. Dijo algo así como “no me puedo creer que me dejen ir” e incluso añadió: “¿En qué estarán pensando?”.
Al poco rato volvió a entrar a otra oficina del Chase y se embolsó más de 1.000 dólares. Este lunes seguía en paradero desconocido.
El tabloide no lo colocó en portada este domingo como un Robin Hood. No. Lo utilizó como arma de denuncia contra la reforma legal que, a partir del 1 de enero entró en vigor en el estado de Nueva York, por la que se elimina el pago de fianza en efectivo en situaciones de delitos menores y delitos graves no violentos. La audacia de Woodberry reside en su intimidación de papel. Sus robos no se clasifican como violentos y, por tanto, sale libre a la espera del juicio.
La aplicación de esta regulación, largamente buscada y peleada por los sectores progresistas, ha provocado una confrontación política. Los republicanos sostienen que esta medida “pone criminales en las calles”, mientras que los demócratas, entre los que también hay críticos, replican que esta iniciativa previene contra la discriminación económica en el sistema criminal.
La cuestión és que Woodberry puede seguir atracando bancos impunemente, siempre que no pida más de 1000 dólares y vaya desarmado. Aunque habrá que esperar a ver la condena que le cae cuando sea juzgado por sus múltiples atracos.

 Woodberry tiene una especial fijación por las oficinas del Chase
en los distritos de Manhattan y en Brooklyn  - lavanguardia.com