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2084: EL FIN DEL MUNDO

El 21 de junio de 1948, 'Manchester Baby' ejecutó el primer programa almacenado en memoria (foto). En la Isla de Jura, a tan solo 500 kilómetros, Orwell escribía 1984.


Se atribuye al filósofo canadiense Marshall McLuhan (1911-1980) la frase de que “damos forma a nuestras herramientas y después son ellas quienes nos dan forma a nosotros”. Parece que nunca la dijo, pero en todo caso la frase hace referencia a cómo los medios electrónicos condicionan el discurso, y conforman así sociedades e individuos.

Su obra habla de los medios electrónicos de su tiempo, pero leída hoy nos resulta imposible no pensar en los medios actuales. Ocurre como con 1984 de Orwell, que las omnipresentes pantallas que no se pueden apagar, la doble lengua y el Gran Hermano son mucho más fáciles de identificar hoy que en 1949 cuando se publicó.

Mientras Orwell escribía 1984 en 1948 en la isla de Jura, a solo 500 km, en la Universidad de Manchester empezaba a funcionar uno de los primeros ordenadores, conocido por el apodo de “Baby”. Aquellos primeros ordenadores eran habitaciones llenas de cables en los que los ingenieros trabajaban. La evolución de la computación es también la historia de la desaparición del ordenador: habitaciones inmensas, ordenadores personales, móviles y relojes inteligentes. El ordenador es prácticamente invisible, pero todavía le falta una iteración para desaparecer por completo. Y ya parece que llegan señales.

Uno es el metaverso de Meta, que nos pone un ordenador tan cerca de los ojos que desaparece efectivamente. Esta propuesta de Zuckerberg solo había despertado críticas burlonas —¡avatares sin piernas!— hasta esta semana. Lex Friedman, con uno de los pódcast más populares del mundo entrevistó a Mark Zuckerberg en el metaverso. Les recomiendo que miren el episodio en YouTube porque el grado de realismo es tan elevado que los primeros cinco minutos son las reacciones del propio Friedman a lo que está viviendo (no viendo).

Apple también se ha apuntado a hacer desaparecer el ordenador por aproximación con su Vision Pro (es un ordenador, no unas gafas). La suya no es una propuesta basada en el metaverso sino en la aumentación del entorno físico en el que nos encontramos. Así, nuestra habitación se ve “aumentada” con objetos digitales con los que interactuar.

Y finalmente el tercero en disputa. Sam Altman de OpenAI y Sir Jon Ive ex-jefe de diseño de Apple están hablando de crear un dispositivo físico que encapsule toda la potencia de la IA generativa de OpenAI: un ChatGPT capaz de interactuar con voz y de comprender el entorno con la información de los sensores del aparato. El multimillonario Masayoshi Son aportaría mil millones de dólares.

No tenemos ninguna forma de saber qué forma tendrá la próxima iteración del ordenador, ni siquiera si alguna de estas tres aproximaciones llegará a buen puerto. Mucho menos de cómo nos dará forma y nos cambiará como individuos y como sociedad. Lo que sabemos a ciencia cierta es que las tecnologías de hoy son el Baby de 1948 y que algún Orwell de hoy ya estará escribiendo el 2084 de mañana.

De hecho ya existe una novela con el título de 2084:El fin del mundo, una novela distópica de ciencia ficción escrita en 2015 por Boualem Sansal e inspirada en la novela 1984 de George Orwell. Al igual que en la novela de Orwell, en esta se describe a un régimen totalitario, con la diferencia de estar fuertemente inspirado por el Islam. Todo pensamiento, toda acción y movimientos están sometidos a los mandatos de Yölah bajo el control de Abi, el profeta. 


Claro que la idea que de 2084 tiene Ganyet es muy diferente a la de Boualem Sansal, quizás menos distópica.


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