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EL SÍNDROME DE KESSLER

Desechos espaciales alrededor de la Tierra. Cada punto representa un cuerpo en órbita. Los puntos más cercanos a la Tierra son objetos en órbita LEO (low Earth orbit, por sus siglas en inglés); el anillo exterior son objetos en órbita geoestacionaria. / NASA

Hasta 1961 había en órbita alrededor de la Tierra exactamente cincuenta objetos manufacturados por el hombre. Se trataba de satélites artificiales, pero también de cohetes usados que, después de lanzar su satélite, quedaban atrapados en órbita. Ese año la estadística se vio sumamente alterada: una hora después de situar el satélite Transit 4A, el cohete estadounidense Ablestar explotaba y se desintegraba en 300 pedazos.

No fue la última explosión espacial ni tampoco la más grande: un cohete Pegasus, tras fallar por una parada inesperada del motor, estalló en 1996 y generó la mayor nube de escombros jamás creada por la explosión de un cohete: 300.000 piezas mayores de medio centímetro, que mayoritariamente siguen en órbita. Tras el accidente, los protocolos de las agencias espaciales dictaron que, una vez realizado su trabajo, los cohetes debían redirigirse hacia la Tierra para ser destruidos por la reentrada atmosférica y evitar nuevas explosiones en órbita.

A pesar de ello, el número de objetos en torno a la Tierra sigue aumentando. Actualmente lanzamos unos 75 satélites cada año: dos tercios a órbitas de poca altitud o LEO (por sus siglas en inglés de low Earth orbit), entre los 200 y 2.000 km de altura, y un 30 %, principalmente satélites meteorológicos o de telecomunicaciones, en la órbita geoestacionaria. Después de terminar su vida útil, la mayoría sigue inerte alrededor de la Tierra; sólo el 6% de los satélites artificiales son operacionales. Por ejemplo, el estadounidense Vanguard 1 lanzado en 1958, el cuarto satélite artificial de la historia, todavía sigue ahí arriba. Con tantos objetos orbitantes, el terreno está abonado para las colisiones.

Hasta ahora sólo en una ocasión han chocado dos satélites accidentalmente: en 2009, el satélite estadounidense Iridium 33, operativo, chocaba con el satélite ruso retirado Cosmos 2251. El resultado fue una nube de 2.300 fragmentos que amenazó la seguridad de la Estación Espacial Internacional. Pero también ha habido colisiones voluntarias: en 2007, China hacía chocar un proyectil cinético contra su satélite FengYun-1C como prueba de un sistema antimisiles. El resultado fue la creación de más de un millón de pedazos mayores de 1 cm. En ambos casos, la mayoría de los fragmentos siguen en órbita.

«Cada nave espacial que vuelve a la Tierra tiene cráteres de pocos milímetros por impactos con estiércol orbital de reducida dimensión»

Debido a esta abundancia de desechos, las colisiones con fragmentos son frecuentes: en 1991 un satélite ruso retirado, el Cosmos 1934, chocaba con una pieza de grandes dimensiones de otro satélite de la misma gama, el Cosmos 926, y se partió en dos; cinco años después, el satélite francés CERISE colidia con el fragmento de un cohete Ariane 1, etc. En estos momentos, se han contabilizado unas 300 colisiones serias con desperdicios espaciales y entre ellos se estima que hay unos 30.000 objetos mayores de 10 cm (medio millón por encima de 1 cm). Y no tenemos en cuenta los que están por debajo del centímetro: cada nave espacial que vuelve tiene cráteres de pocos milímetros debido a impactos con desperdicios orbitales de reducida dimensión.

El síndrome de Kessler fue teorizado en 1991 por el astrofísico Donald J. Kessler, y hace referencia a un fenómeno de alud según el cual, a partir de una densidad crítica de objetos, un choque con desechos espaciales produce más desperdicios , que producen más colisiones. Un evento en cascada que resulta en la destrucción a gran escala de satélites y naves a lo largo de una región orbital, dejándola inservible para posteriores lanzamientos. Muchos investigadores creen que esta densidad crítica ya se ha alcanzado en la región de la órbita LEO comprendida entre los 800 y 1.400 km de altura.

¿Acabará nuestro éxito astronáutico cerrándonos las puertas del espacio? Esto parece, pero de momento la misión RemoveDEBRIS, un pequeño fematero espacial lanzado en abril de este año, intentará demostrarnos si será posible revertir la tendencia. © Método 2018 - 99. Interconectados

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