Al llegar a casa Juan supo que algo no iba bien, el holograma favorito de su mujer había desaparecido de la pared de la entrada, síntoma inequívoco de que se había ido y le había dejado. Cierra la puerta y pone en marcha el Videotext, aparece la imagen de su ya ex mujer, imaginaba que le podía decir, pero a pesar de todo como un último acto de deferencia hacia ella decide escucharlo.

"Hola Juan, lo siento por me he ido, tu maldita no afición, ese vicio que te ha cogido de repente te traerá muchos problemas y yo, lo siento, (acompañado de un sobreactuado "snif") pero no quiero verme involucrada, de un momento a otro vendrán a buscarte para interrogarte y a mí podrían acusarme de complicidad, y lo siento ("snif" de nuevo) no me siento suficientemente fuerte en estos momentos para afrontarlo. Adiós, que tengas mucha suerte."
Desconecta el aparato y de una patada tumba el jarro de plástico, con flores de plástico de la tableta. ¡Estúpida! Eres como todos, mejor que te hayas ido, para lo que me servías; cuando tenga ganas de hacer el amor alquilaré una androide y asunto resuelto, al menos éstas no se quejan de todo y por todo como tú, están por lo que deben estar y ya está. 
Mientras mentalmente despotrica contra su ex mujer, se dirige a hacia la cocina y se prepara algo de comer, aunque no tiene mucha hambre quiere celebrar haberse deshecho de un muerto como su ex. Coge una de las botellas de agua reservada para las ocasiones especiales y la bebe pausadament. ¡Ah! No hay nada como una botella de agua bien fresca, parece que todo tiene otro color, por fin, ya no habrá quien me diga, no hagas aquello, haz aquello otro, sabes a quien he visto hoy..., soy libre, libre como un pájaro.
El hombre se entristece de pronto, incluso ya no encuentra el mismo gusto en el agua, se acaba de dar cuenta que hace años que ya no hay pájaros y por tanto no hay libertad, la sensación de que le había invadido al saber que le había abandonado su mujer, le había hecho olvidar la dura realidad de su entorno y el problema al que ella aludía en el vídeo. Era un problema realmente grave, pero .... no podía, era totalmente imposible para él poder hacerlo, cuando se dirigía allí, le entraba una sensación de pánico que le invadía y no tenía más remedio que salir corriendo, era superior a sus fuerzas. Debería probarlo lo nuevo - se dice - sé que estoy en peligro, ella ya me ha abandonado porque es posible que sepa algo, que sea mas que una intuición.
¡Si! Debo intentarlo de nuevo. Igual sin la presión de mi mujer ahora lo consigo.
Se levanta, la cazadora se le incorpora y sale a la calle, en cinco minutos llega al lugar, esta repleto de gente como casi siempre. Duda unos momentos pero se decide y entra. A medida que va avanzando un sudor frío le invade, las piernas le tiemblan... ¡No puedo!, ¡no puedo! Exclama. Unos guardias de seguridad se le quedan mirando y él sale corriendo hacia la calle. 
Durante un buen rato deambula por la calle, hasta que finalmente vuelve a casa. Al llegar se da cuenta que la puerta está entreabierta cuando él está seguro de haberla cerrado. ¡Ya están aquí! Se dice mientras intenta retroceder, pero un hombre alto y corpulento le coge por la espalda.
- Señor, haga el favor de acompañarnos, es una formalidad de rutina, no tiene nada que temer.
Una hidroneumática les transportó hasta un lugar desconocido para él.
Allí, le introducen en una pequeña habitación en la que por único mobiliario hay una mesa y un par de sillas antiguas, una luz ilumina tétricamente la estancia. Le ordenan que se siente y espere... 
Después de diez interminables minutos, la puerta de la habitación se abre y aparece un hombre de unos cuarenta años que entra y se sienta en una silla frente a él.
Quiere un cigarrillo - le dice
-No están prohibidos?
Aquí no, aquí somos los que prohibimos, no los que sufrimos las prohibiciones, aclara el hombre, que se pregunta ¿que tenemos que hacer con usted?
- Nada, yo no he hecho nada, ¿porque me han traído hasta aquí?
- Usted lo sabe perfectamente, sentencia el hombre mientras da una larga calada a su cigarrillo. 
Del interior de su cazadora saca una tarjeta amarilla que en rojo lleva impresas las palabras T.I.J.
- Sabe que es eso, verdad?
- Sí! por supuesto, una Tarjeta de identidad de jugador.
Exactamente, y es la suya que hace más de tres meses que no ha usado en ninguno de los múltiples juegos de azar o placer que el estado pone a disposición de los ciudadanos para que sean felices. 
- Podría decirme porque no la ha utilizado? El hombre palidece. No lo sé- contestó - es que no lo puedo evitar, es superior a mis fuerzas, cuando me acerco a uno de los locales de juego o felicidad que el estado generosamente pone a mi disposición, me entra una sensación de pánico, comienzo a sudar y las piernas me tiemblan, me ahogo y tengo que salir corriendo, debe ser algún tipo de alergia.

Su interlocutor impasible, continuó con el interrogatorio.

Pero usted, supongo que debe de tener ganas de ser feliz, de ganar dinero, practicar sexo diotrónico, viajar, ya sabe, todo lo que tiene de lúdico y que llena de felicidad a la gente.
Si! Por supuesto, pero ya se le que para mí es imposible. Lo he probado, pero es superior a mí. Lo siento, no puedo hacer más.
Entonces usted es un peligro para la comunidad.
¡Yo! Un peligro, porque, si no he hecho daño a nadie en mi vida.
Le repito que usted es un peligro, está transgrediendo el sistema y todo aquello que altere o transgreda el sistema es un peligro en potencia que se debe apartar de la sociedad.
Usted pertenece a X-324 de 2035, no es el primer caso defectuoso, se ve que había una jefe de fabricación inexperto y bastante irresponsable que producía alteraciones en los neofetos. No se preocupe, no es su culpa.
Y, entonces que harán conmigo, - preguntó.
No le puedo decir, ni es decisión mía. Ya lo sabrá cuando corresponda. Buenas noches.

El hombre abandona la habitación, dejando al ciudadano solo y preocupado, le consta que había gente que de pronto desaparecía y nunca más se sabía de ellos, lo que no sabía es si los eliminaban o los enviaban a algún lugar , aunque pronto lo sabría. Se prepara, pues es el peor sabedor de que su suerte estaba ya decidida 
- A los diez minutos dos hombres y una mujer entran en la habitación, ellos lo cogen por el hombro mientras ella le arremangarse el brazo y le pone una inyección, una sensación de sopor le invade y todo se oscurece a su alrededor ............

La tibieza de los rayos del sol le despierta, abre los ojos y le cuesta reconocer cuando estaba viendo, un prado de verdad, de hierba verde y lleno de flores lo envuelve, y el cielo es de un azul intenso como recordaba haber visto en alguna retrofotografía digital de pequeño, un pájaro picoteaba a su lado mientras otros trinaban, sobre una colina una casa de madera con una chimenea que desprende un humo fugaz parece llamarle. Se levanta y atraviesa un arroyo de agua fresca y limpia. En el porche un hombre mayor de larga barba y con una pipa en la boca que saca más humo que la chimenea le espera sonriente.

- ¡Bienvenido a la Reserva! Le dice mientras le acerca la mano que él sorprendido y aturdido encaja.
- ¿La reserva? Pregunta.
- Sí, amigo mío, esto no es el cielo, es la reserva como le dicen ellos, aquí nps llevan todos los que tenemos alguna deficiencia de fabricación, la ley androiana del 2022 no les permite eliminarnos. Aquí - continúa - lo tenemos que hacer todo, buscar la comida, trabajar en el campo, cazar, dormir cuando corresponde, sufrir calor, frío... no hay videotexto, televisión, radio, periódicos, políticos, policías. No hay nada de todo esto, aquí vivimos como los primitivos.
- ¿Y somos muchos?- pregunta el hombre aturdido aún -
- Un centenar, ahora los conocerá, estamos bien avenidos, y somos tantos hombres como mujeres, no se preocupe son todos muy buena gente.

Entonces exclamó el hombre, esto es como estar en el paraíso.
Sí! Contesta el hombre de la barba mientras da una calada a su pipa y suelta una nube blanca de humo: PERO ELLOS NO LO SABEN.