El problema no es que las élites tecnológicas estén diseñando un plan B, muy restringido, basado en huir del mundo para protegerse del apocalipsis mediante Cohetes para escapar de la Tierra, porque estas élites son conscientes de que nos vayamos al carajo . Son palabras de la vicepresidenta en funciones, Yolanda Díaz, en el marco de un encuentro sobre el futuro de nuestro país. El problema de estas élites tecnológicas no es que se vayan a los espacios siderales para salvarse a sí mismos, sino que se queden y sigan controlando la política, los medios de comunicación, las finanzas y el pensamiento ciudadano.
Las élites han existido y existirán. Pueden ser tecnológicas, financieras, ideológicas o intelectuales. A las que hace referencia la vicepresidenta son las que ya practican el turismo espacial y experimentan vuelos con cohetes, siempre de un coste inasequible para el ciudadano medio, una prueba para que un día que consideran no muy lejano les consiga transportar a un espacio seguro, fuera de la Tierra, donde puedan gozar de su riqueza, seguridad y bienestar.
En el ranking de estas élites tecnológicas hay que situar a Elon Musk, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos y Bill Gates. Todos son inmensamente ricos y alguno ha experimentado con el turismo espacial. Estos cuatro personajes tienen mayor poder que todos los líderes del G-7 reunidos cada año. Son los propietarios de X, Meta-Facebook e Instagram, entre otras compañías. Fueron las que cerraron las cuentas de Donald Trump el 6 de enero del 2021 y el golpe de estado que estaba en marcha en el Capitolio pudo detenerse a tiempo.
A excepción de Gates que es el más normal de los cuatro, los otros tres se dice que se han construido refugios en lugares lejanos como Nueva Zelanda, aunque no son los únicos ricos que se preparan para el apocalipsis. En la pequeña ciudad de Ector, en Texas (EE.UU.), inversores quieren crear un refugio subterráneo con increíbles instalaciones de lujo, todo por si llega el día del juicio final. El proyecto tiene como nombre Trident Lakes, tendría una inversión cercana a los 300 millones de dólares y vivirían 1.000 personas, entre ellos multimillonarios o celebridades que pagarían cualquier suma de dinero por salvarse de una catástrofe ambiental o ataques nucleares. parece una opción mucho más razonable esta de Trident Lakes o los búnkeres en Nueva Zelanda, que el cohete espacial, más razonable y más seguro.
Antes de que se vayan con cohetes y abandonen la tierra sugiero a la vicepresidenta Díaz que fomente políticas de control para que estos grandes conglomerados tecnológicos con ramificaciones mediáticas, económicas y políticas rindan cuentas de su inmenso poder, paguen los impuestos y puedan ser sometidos al control de gobiernos y parlamentos. Pero me temo que este control está muy lejos de su alcance, y tiene suficiente trabajo para controlar dentro de Sumar a lo que queda de Podemos.
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