24 horas después de la noticia de la OPA hostil del BBVA sobre el Banc Sabadell, las muestras de rechazo al movimiento han sido prácticamente unánimes desde diferentes sectores en nuestro país. Uno de los últimos posicionamientos en esta dirección ha sido el de la vicepresidenta del gobierno español, María Jesús Montero. La ministra de Hacienda ha dejado claro que el Gobierno estatal no autorizará a la OPA, subrayando que tienen “la última palabra”, tal y como ya habían expresado anteriormente la ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz o el ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu, en un acto en Sabadell.
En el resumen de los hechos, la cosa podría reducirse a una canción (1), una película (2) y una novela de Monzó referida a los accionistas del BS (3)
1.- OPÁ, YO VIAZÉ UN CORRÁ
2.- ENTRE PILLOS ANDA EL JUEGO
3.- MIL CRETINOS
A modo de inventario, quisiera recordar una anécdota de mi adolescencia sobre el BancSabadell: ""Cuando tenía once años, me levantaba a las siete de la mañana y en la bicicleta con remolque, iba de la calle de Vilarrubias hasta el Mercado Central a recoger las frutas y verduras que mi padre antes había encargado. Mi padre trabajaba en un almacén de aceites en la Vía de Massagué y en la calle de Vilarrubias en una casa inglesa, tenían mis padres la tienda de comestibles que era a la vez vivienda. Ahora puede parecer raro, pero antes, cuando no había grandes superficies ni supermercados de barrio, frecuentaban las pequeñas tiendas de comestibles para abastecer un poco de todo a los vecinos. A mí no me importaba quitarme pronto, me parecía que era un acto de confianza hacia mí por parte de mis padres y además con la bicicleta y el remolque me sentía útil. Cuando volvía iba a desayunar al panadero de al lado Sisu Carreres, en la trastienda lo tenía lleno de novelas del oeste y allí con el pan recién horneado todavía un poco caliente, con tomate y anchoas desayunaba mientras leía novelas de Fidel Prado, Marcial Lafuente Estefanía y algún otro de esos que escribían a tanto por novela. Después iba a la escuela y al salir a las doce me iba al almacén donde trabajaba mi padre, y a menudo me enviaban a hacer alguna gestión, sobre todo al Banco, a llevar remesas de talones o incluso ingresos en efectivo (eran otros tiempos). Un día de estos fui a llevar unos documentos a un Banco de la villa, el lugar donde los debía dejar era entrando a mano derecha, donde había una señora de mediana edad, pero que mandaba mucho, aspecto algo raro en aquella época en la que pocas mujeres tenían algún cargo de poder. Bien, delante de mí había un señor que hablaba con ella. Mientras yo esperaba no pude evitar escuchar su conversación, pues los adultos cuando hay niños hablan como si esta no estuviera o no se enterara de nada de lo que están hablando (grave error, las antenas de los niños son muy largas). El hombre le comentaba a la mujer que el Banco había crecido mucho, que se iban haciendo cada vez más grandes, etc, etc.
- ¿Cuántos sois ya?, le preguntó finalmente.
Y entonces la señora que mandaba mucho le contestó:
- ¡Uy!, más de mil quinientos, pero en cargos de responsabilidad pocos, el resto son carne de paso.
No lo he olvidado a pesar del paso de los años, y eso es lo que es para el empresario la gran mayoría de esta entelequia actual, en otros tiempos llamada clase obrera. Carne de paso."
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