ZEOS, SIN MÓVIL HASTA LOS 16

El Departamento de Salud del gobierno vasco va a aplicar en tres escuelas qué los alumnos estén sin móvil hasta los 16 años. Es un experimento para concienciar del uso abusivo del teléfono y para intentar atrasar su implantación. Una parte de la prueba consiste en dejar sin teléfono a los chavales durante una semana, en la que se les pide que lleven una especie de diario con sus sensaciones. Al principio sienten el mono del heroinómano, pero con el paso de los días descubren el placer de hacer otras cosas, incluido el contacto ­(real) con sus congéneres, y eso también está muy bien.

El programa en cuestión ha sido bautizado como ZEOS, informan en la vanguardia,  y detrás del mismo están Telmo Lazkano y Maitane Ormazabal, dos de los 50 miembros del comité de expertos convocado por el Ministerio de Infancia y Juventud para “proteger a los menores en el entorno digital”. La gran virtud del proyecto es que pretende ser transformador y atacar de manera eficaz una problemática que tiene efectos devastadores a nivel de la salud mental, capacidad de atención o ciberacoso, así como en relación con la gestión del tiempo de los adolescentes, que promedian entre cinco y seis horas diarias frente a la pantalla los fines de semana.

Este es uno más de los numerosos ensayos que en los últimos meses o años prueban instituciones o administraciones para combatir los efectos nocivos del teléfono móvil en la salud mental, física, afectiva, sexual y hasta legal de los nacidos a partir del 9 de enero de 2007: del día que Steve Jobs presentó el primer iPhone y proclamó que acababa de reinventar el teléfono. Cuánta razón. No presentó un iPhone, abrió una era. Diecisiete años y una expansión masiva después (se calcula que en 2022 había en el mundo 15.000 millones de teléfonos inteligentes), proliferan las iniciativas para acotar el uso que de ellos hacen los más jóvenes, los cerebros más tiernos. En cierto modo, con el móvil los jóvenes simplemente se comunican de otra manera, ni mejor ni peor a la que nos comunicábamos nosotros, porqué el problema no és el móvil, sino su uso.

En enero, Catalunya aprobó prohibir el móvil en la enseñanza primaria y restringir su uso en la secundaria, tal como hizo Francia con una ley en 2018. El smartphone está vetado antes de la universidad durante el horario escolar por el “grave” perjuicio que supone “para las actividades docentes y la vida comunitaria”.  Porque en el abordaje de la cuestión suele dejarse de lado la cuestión central de la adicción paterna. De cuán cómodo es tener a los hijos bajo los efectos del teléfono, sin peleas, sin gritos y sin fastidiarte una copa de vino. Mientras los padres también están enganchados al móvil.


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