Del mismo modo que no he leído el Ulysses de Joyce por pereza mental, reconozco que cada vez me da más pereza leer novelas, y en decir novelas quiero decir novelas, nada de Da Vinci, Catedrales y cia, que ahora tanto se han puesto de moda. Prefiero leer cuentos y sobre todo mucha poesía.
Este hecho me tenía preocupado: te estás volviendo perezoso - me decía - Y una mierda! Me contestaba a mí mismo,¿no te tragaste 2666 de Bolaño.? Si! me contestaba otra vez a mí mismo, - que es como rozar la esquizofrenia - pero en este caso es diferente, como te gusta, te aplicas. ¡Ya! remachaba, pero algo me falla, lo que no sé es qué.
La respuesta me vino de la última página de "el Periódico" hace ya un tiempo y era de Joan Oller, que no sé exactamente quién es, me parece que era comisario cultural de aquello de Frankfurt y de Comediants o alguna cosa de estas. Bueno, decía Joan Oller, pues eso, que leía cuentos y poesía y poco más, que los argumentos de las novelas le sonaban a cosa ya leída antes, a "deja-vu" y que lo que a él le gustaba, era sentarse en la terraza de un bar y distraerse "badar" que decimos en catalán.
Pues eso, me he dado cuenta que lo que a mí me gusta es curiosear, lástima que lo hago por la vida en general y eso no se si es bueno. Incluso me distraigo yendo en bicicleta, tanto, que que a veces rozo la ley de la gravedad en circular con cadencia de cuadro victoriano mientras lo chafardeo todo, hasta el punto que un día me caeré. Y curioso como soy me puedo pasar un buen rato intentando convencer a un caracol para que no atraviese una carretera que sería su muerte segura, y el caracól que debía ser aragonés "erre que erre" siguió camino a su fin. Más tozudo él que yo no lo convencí y me fui pero no ver como seguramente en una carretera bastante transitada como es la que lleva a Matadepera y daba su lentitud, sería aplastado por algún velocípedo de dos o cinco ruedas que hay que contar también la de repuesto.
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En resumen que pienso que distraerse es bueno y más en una época en que la gente siempre va apresurada corriendo hacia ninguna parte; se aprende mucho aunque no lo parezca a primera vista, quizá porque se aprenden cosas pequeñas, como la historia del caracol . ¡Ah! y cuando salgo a pasear, siempre llevo la máquina de retratar por si acaso y una libreta y un lápiz por si se me ocurre algo. Más de un poema ha surgido mientras me dedicaba a la más noble de todas las artes, el arte de distraerse, de "badar".
-Este hecho me tenía preocupado: te estás volviendo perezoso - me decía - Y una mierda! Me contestaba a mí mismo,¿no te tragaste 2666 de Bolaño.? Si! me contestaba otra vez a mí mismo, - que es como rozar la esquizofrenia - pero en este caso es diferente, como te gusta, te aplicas. ¡Ya! remachaba, pero algo me falla, lo que no sé es qué.
La respuesta me vino de la última página de "el Periódico" hace ya un tiempo y era de Joan Oller, que no sé exactamente quién es, me parece que era comisario cultural de aquello de Frankfurt y de Comediants o alguna cosa de estas. Bueno, decía Joan Oller, pues eso, que leía cuentos y poesía y poco más, que los argumentos de las novelas le sonaban a cosa ya leída antes, a "deja-vu" y que lo que a él le gustaba, era sentarse en la terraza de un bar y distraerse "badar" que decimos en catalán.
Pues eso, me he dado cuenta que lo que a mí me gusta es curiosear, lástima que lo hago por la vida en general y eso no se si es bueno. Incluso me distraigo yendo en bicicleta, tanto, que que a veces rozo la ley de la gravedad en circular con cadencia de cuadro victoriano mientras lo chafardeo todo, hasta el punto que un día me caeré. Y curioso como soy me puedo pasar un buen rato intentando convencer a un caracol para que no atraviese una carretera que sería su muerte segura, y el caracól que debía ser aragonés "erre que erre" siguió camino a su fin. Más tozudo él que yo no lo convencí y me fui pero no ver como seguramente en una carretera bastante transitada como es la que lleva a Matadepera y daba su lentitud, sería aplastado por algún velocípedo de dos o cinco ruedas que hay que contar también la de repuesto.
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En resumen que pienso que distraerse es bueno y más en una época en que la gente siempre va apresurada corriendo hacia ninguna parte; se aprende mucho aunque no lo parezca a primera vista, quizá porque se aprenden cosas pequeñas, como la historia del caracol . ¡Ah! y cuando salgo a pasear, siempre llevo la máquina de retratar por si acaso y una libreta y un lápiz por si se me ocurre algo. Más de un poema ha surgido mientras me dedicaba a la más noble de todas las artes, el arte de distraerse, de "badar".
este comentario está dedicado a la memoria del caracol tozudo.
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