Los homínidos nos hemos inventado una medida teórica del tiempo que nos la creemos con todo detalle, e... incluso le damos valor real. Cuánta gente deseaba que acabara el año 2013 y comenzara el nuevo año como si algo tuviera que cambiar de un 31 de Diciembre a 1 de enero, a pesar de saber que todo seguiría igual o peor.
El tiempo es muy difícil de administrar, o sobra o falta, pero difícilmente sabemos encontrar su justa medida. Tal como se las gasta el Ministro del Interior, quizás el 1 de enero de 2015 nos prohibirán los sentimientos y las emociones aduciendo que cuestan tiempo y dinero a la Seguridad Social y son causa de bajo rendimiento laboral. Siempre por nuestro bien, claro. Y nosotros que ya hemos abandonado la resistencia, le dejaremos hacer resignados, y que regule nuestra privacidad y nuestro tiempo.
Pero hay otro tiempo, otra medida, el tiempo de las cosas pequeñas, más difícil de controlar y también de usar, lo pensaba el otro día en el puerto de Arrecife viendo a estos señores jugando tranquilamente como si el tiempo se hubiera detenido, una partida de dominó; a su lado unos niños se tiraban desde el malecón al agua. Por unos momentos - volvemos al tiempo - las imágenes me transportaron al malecón de La Habana, la escena era casi igual, pero con menos negritos y sin música de fondo de 'son' cubano.
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