No somos en casa nada consumistas, compramos las cosas cuando hacen falta y ni siquiera celebramos los santos, ni San Valentín, ni el día del padre, de la madre o de "El Corte Inglés" que es el beneficiario de todos estos días. Nosotros celebramos, San Jordi (libro y rosa) el aniversario y punto, ¡ah! i la Navidad, claro. Pero, siempre hay un pero, un día, mejor dicho un atardecer de verano hice la compra consumista más inútil que nunca se me habría ocurrido llegaría a hacer.
Compré una cerilla por 30 euros.
Me explicaré y en la foto lo veréis. Íbamos por el paseo de Blanes con la familia cuando a mi hija pequeña le hizo gracia la cerilla de la foto, la vendía un chico argentino,y uno se empeñó en comprarle la cerilla a la niña, a pesar de que esta decía que no, que costaba demasiado dinero. Me la quedé y todavía lo tengo aúnque debido a un accidente está rota la cápsula de vidrio. ¡Ah! el chico Argentino los días siguientes cuando al atardecer íbamos a dar una vuelta por el paseo marítimo de Blanes me hacía unas reverencias que ni en Piqué cuando era ministro de exteriores al Sr,Bush.
Y es que es bién cierto que nunca se puede decir de esta agua no beberé, y esta cerilla no compraré.
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