EL FIN DE LA CABEZA ....


De hecho, entre mi cabeza y mi cuerpo había existido un divorcio desde el principio. El cuerpo denotaba una vocación para conservar la pequeñez y especular, haciendo que todos los movimientos tendieran con una especie de avidez hacia el encogimiento  La cabeza, no. La cabeza era grande, audaz, y pensaba cosas realmente divertidas.

Un día, encontrándome en la cama con una querida mía, sentí que la cabeza adolecía seriamente, mientras el cuerpo mantenía el equilibrio, repartiendo la salud con normalidad por todos los lugares que estaban bajo su vigilancia.

-Amiga-dije-, me parece que la cabeza se me va a morir.

Ella se asustó tanto que sentí, imperiosa, la necesidad de tranquilizarla.

-Mira: no pasará nada. Enterraremos la cabeza dentro de un sombrero, y verás como la placidez del mundo se mantendrá plana, quieta como es de nuestro gusto. Ningún país no alterará su hora oficial, ni ninguna invasión no será detenida. Mañana, miles de sombrillas desafiaran el poder del sol y cada uno podrá decir la suya.

Se durmió bajo la protección de mis brazos, segura de que todo iría como yo le explicaba.

Un cuento de Pere Calders

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