Ahora que nos habíamos aprendido como iba todo eso de los aviones, las cabinas y su puerta, y previamente otro cursillo de tsunamis, y de lo que toque delante de la tragedia, nos toca ahora un cursillo acelerado sobre brotes psicóticos, mientras en el Mediterráneo se nos ahogan hermanos de 900 en 900 y el discurso hipócrita de la administración europea y por ende la española, es el mismo de hace un año cuando el naufragio de Sicilia o antes en Lampedusa, y el mismos de aquí a dos o tres años o antes cuando haya otro.
Por cierto, que delante de tanta carroña mediática y opinadores que opinan de todo, todo y todo, tanto en casos anteriores, como ahora en el del brote psicótico del instituto Joan Fuster, es de agradecer la postura sensata de Gregorio Luri.
Anteayer naufragó algo más que un barco en las costas de Grecia, lo hizo también nuestra decencia y dignidad.
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