EL IDIOMA COMO CONFLICTO

Ahora que se volvió a debatir la vigencia de la Constitución, conviene decirlo: sus redactores fueron bastante más abiertos y tuvieron más sentido de Estado que los políticos actuales. Se demuestra en el artículo que habla de los idiomas: “La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección”. - Fernando Ónega - la vanguardia. 
Así pensaban los padres de la Carta Magna en 1978. Cuatro decenios después, se crean estados de opinión que no desmienten ese mandato, pero convierten otra vez los idiomas en causa de confrontación, singularmente con Catalunya. Se mezcla el descenso del uso del catalán entre los jóvenes urbanos con la dificultad de incluir una cuota en la ley del Audiovisual. Como, al mismo tiempo, las sentencias judiciales obligan a un porcentaje de la enseñanza en ca­talán, el conflicto está servido. Da igual que sea verdad o no: el Estado es el culpable, “la lengua es sagrada” (Rufián), el idioma debe figurar entre las fuerzas de ocupación, hay sín­tomas de insumisión que alienta la Generalitat. Al mismo tiempo, en influyentes zonas de hablantes exclusivos de castellano existe una cerrazón mental que impide admitir que las gentes de Catalunya, Galicia, el País Vasco, Valencia, las islas Baleares o parte de Navarra queramos hablar el idioma que hablamos con nuestros padres y que sigue siendo nuestro patrimonio. En vez de admitir ese derecho nuestro, se incorpora al memorial de la presión separatista. Y, a la inversa, en vez de admitir que se puede ser catalán hablando castellano, hay sectores que instan a marginar a quien usa el idioma oficial del Estado, tanto si lo hace como desafío como si lo hace porque es su idioma natural.

Y por último tenemos el medidor cuantitativo: ¿Cómo se va a educar a los jóvenes en gallego, euskera o ca­talán si el castellano es hablado por 400 millones de personas en el mundo? Nuestra respuesta podría ser: “Porque existen esos idiomas, porque la Constitución manda protegerlos y porque nos da la gana. No hay ley que imponga un idioma ni dictador que la prohíba”. Lo increíble es que, después de tantos siglos de convivencia, las lenguas se sigan utilizando como armas de agresión. Ese sí que es un problema: de cultura, de educación, de tolerancia; un auténtico problema nacional.
Sólo un ejemplo personal. Rosario es cordobesa, vino a Sabadell con 10 años y pronto cumplirá 60 años, hablo con ella cada mañana cuando voy a buscar el diario, charlamos un poco de todo porque Rosario es de conversación fácil y amena, pero lo hacemos siempre en castellano, incluso cuando cada mañana y le doy los buenos días en catalán (hace poco que lo hago, antes se los daba en italiano a ver si se daba cuenta de la sutil indirecta), pero ella me contesta en castellano. Rosario es una gran profesional en su negocio que ahora quiere traspasar por problemas personales, y ya aviso que quien la sustituya lo tendrá difícil. Solemos coincidir en casi todo lo que comentamos, significa que estamos comprometidos en nuestras coincidencias, pero tenemos ese escollo, un escollo del que quizás ella ni se ha dado cuenta. Creo que es un problema de falta de respeto hacia mi lengua materna, la misma falta de respeto que tienen estos únicos padres de la escuela de Canet de pedir que a su hijo se le enseñe en castellano. O así me lo parece a mí. La compañera del padre era analfabeta, y vivió una juventud muy dura en la miseria de la posguerra, pero hablaba catalán, ese catalán de calle chapurreao. Me pregunto y no lo sé, si el Gruica hablaba en catalán. Y me pregunto también qué idioma prevalece en Cataluña en el dia a dia para un castellano hablante, el catalán o el castellano.

2 comentarios:

  1. Tema delicado por los sentimientos que suscita y por su utilización por políticos de todo tipo y condición. Las lenguas son para comunicarnos. Los que tienen la suerte de ser bilingües pueden hacerlo con más gente. Si yo hubiera vivido en Francia desde los diez años sería una muestra de respeto hablar en francés con los del lugar, sobre todo si ellos no conocen el castellano.
    Un saludo.

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  2. Pero aqui si lo conocemos, y esta es una parte del problema, además en los últimos diez años han venido un millón de inmigrantes sudamericanos que ya hablan castellano y no necesitan el catalán para nada. Este es un problema político., no de la gente ni de los niños, y detrás de estos únicos padres que piden la escolarización de su hijo en Castellano, hay una intencionalidad política. Lo que me pregunto es: A este único niño ¿alguien le ha preguntado en que idioma quiere ser escolarizado?

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