ADORAR AL DIOS EQUIVOCADO


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En el Mundial de Naranjito, en Sarrià, descubrimos a Gentile, como olvidar su nombre, le hizo a Maradona quizás el marcaje más famoso de la historia de los Mundiales. El defensa italiano persiguió al Pelusa durante todo el partido, le pegó todo lo que pudo, y acabó ganando. El fútbol no es justo, aprendimos entonces. Los culés lo comprobamos poco después. Nos las prometíamos muy felices, con Maradona y Schuster en el mismo equipo, pero no contábamos con Goikoetxea. Ni con la hepatitis. Ni con la pulsión destructiva culé y nuestra atracción fatal hacia la derrota. Maradona hizo un gol en el Mundial de México. La mano de Dios. El gol a Inglaterra. El relevante hecho de que un jugador puede ganar él solo un Mundial con un gol ilegal que el VAR le habría anulado. Y después, nada o casi, en el Barça fue visto no visto y en el Nápoles con un equipo hecho a medida ganar , consiguió una Europa league (Champions) y un par de Scudettos. De acuerdo que nadie había jugado antes al fútbol como él y sólo uno ha vuelto a jugar mejor que él, durante 20 años y siendo un ejemplo de honradez en el campo y en su vida personal alejado de las drogas.
Maradona tenía dos grandes méritos, un gol con la mano y una jugada que Messi repitió ante el Getafe, después, sólo quedó el muñeco roto, y a partir de aquí, la vida, para Maradona, fue un descenso directo y vertiginoso hacia los infiernos. Las retiradas, los retornos, la droga, la caricatura. El Maradona personaje es ciertamente insoportable. Su trabajo como entrenador, mediocre. La idolatría hacia su figura, ridícula. El Maradona persona quizás es merecedor de piedad, pero no de adoración. Claro que Dios dados los méritos contraídos tampoco se merece adoración.


Quien mejor retrató a este falso Dios, a este pobre hombre fué Paolo Sorrentino en 'la Juventud'. Esto era Diego Armando Maradona, un desecho humano, el resto, poesía. Los argentinos tienen practica en adorar al dios equivocado, ya las pasó con Evita Perón. Descanse en paz el ídolo caído, que de hecho, ya hacía tiempo que había muerto, sólo que él no lo sabía.

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