LA NUEVA NORMALIDAD



Persianas bajadas. Bares, restaurantes, escuelas de baile, gimnasios, teatros, cines, salas de concierto, hoteles, tantos y tantos establecimientos muestran su desesperación. Muchos no volverán a abrir. Los más afortunados podrán soltar lastre a tiempo y, a pesar del desánimo, conseguirán rehacerse. Pero,¿y el resto?.

Alguien ha caído en la cuenta de que todo lo que está cerrado es superfluo: bares, restaurantes, hoteles, cines, teatros, todo es hedonismo de nuevos ricos, un pequeño o gran lujo que quizás no nos podíamos permitir, o una serie de elementos de ocio de los que tendremos que prescindir por mucho tiempo. Si hemos retrocedido 100 años en el tiempo con la pandemia, hay que volver a los bares, restaurantes, hoteles, cines y teatros que había hace 100 años, que eran muchísimos menos que los que hay ahora.

Quizás la nueva normalidad consistirá en vivir como ermitaños en la sobriedad de nuestras viviendas los que tenemos la suerte de no haberla perdido, expulsados ​​por la Policia gracias a los fondos buitres de los Bancos. Del trabajo a casa y de casa al trabajo, y el ocio aparcado al menos durante un par o tres de años. La nueva normalidad ha llevado el hambre a muchas familias, pueden dar fé las entidades desbordadas como el Banco de alimentos, Caritas o las hermanas de Teresa de Calcuta, que explican como gente que antes les ayudaba ahora les pide ayuda, y más que llevará de hambre y miseria la maldita pandemia, y en vez de preocuparnos de esto, nos preocupa mucho más que abran el restaurante o el bar de debajo de casa, o ir al teatro o al cine.

Esta parece que será la nueva normalidad, o quizás no tan nueva.


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