Hoy hace 45 años que se murió la fiera, sólo cabe esperar que los gusanos hicieran bien su trabajo. Pero ya en hablará hoy mucha gente del hombre de un solo cojón, y que habiendo tantos patriotas revolucionarios nos murió en la cama donde le ayudó su yerno. Hablaré pues los totalitarismos que bastante tienen que ver con 'el caudillo'
El totalitarismo es un régimen que somete el individuo al Estado en nombre de un bien común. Pero éste no se deriva de los intereses y aspiraciones compartidos por los miembros específicos de una sociedad sino de mitos fundacionales sobre la esencia y hasta trascendentales del pueblo o colectivo en nombre del cual ejerce el poder. A través de una propaganda incesante, estos se convierten en "verdades" que "justifican" la sumisión de toda persona a la prosecución de este bien común. Los "intereses superiores" de la "revolución" que deberán plasmar el ideal proclamado, avasalla con los derechos individuales de la población consagrados en la constitución y las leyes, y hace desaparecer el ejercicio de la ciudadanía para transformar los habitantes en un colectivo indiferenciado la única razón de ser es el de consumar el destino manifiesto así esbozado, sirviendo a los dictados del Estado, es decir, del líder. El ideario totalitario necesariamente se traduce en un recetario moralista sobre el "deber ser" conque cada individuo debe conducir su vida, al suprimir toda independencia y autonomía de intereses.
Este ideario se transforma, en palabras de Jean Francois Revel, en una "religión de Estado" el máximo sacerdote es, por antonomasia, el líder o caudillo. De esta manera, asume la responsabilidad de "guardián" de los valores y actitudes que gobiernan cada detalle de la vida de los dirigidos y que deben caracterizar al "Hombre Nuevo", la encarnación más acabada de este destino manifiesto. La imposición de una ideología totalitaria, única y excluyente representación de la realidad, se convierte en la herramienta suprema para controlar a las personas y someterlas a las ambiciones de poder absoluto del líder y de su claque, ya que el control se ejerce en la propia mente de estas. Como lo expresó el historiador galo, François Furet, con relación a Hitler, este "supo, por instinto, el mayor secreto de la política: que la peor de las tiranías necesita el consentimiento de los tiranizados y, si es posible, su entusiasmo ".
"¿Para qué Necesitamos la socialización de los bancos y las fábricas?" -le Dijo Adolf Hitler a Hermann Rauschning, entónces presidente del Reichstag-. "¿Qué sentido Tiene eso si ya he impuesto firmemente a las personas una disciplina de la que no puedo librarse? (...) Nosotros socializamos a las personas ... "
Fascismo y comunismo - La historia del siglo XX recoge dos fuentes de totalitarismo: el comunismo estalinista y el nazi fascismo. La historiografía que emerge de la II Guerra Mundial los sitúa como polos opuestos, enemigos antagónicos e irreconciliables, incapaces de convivir el uno con el otro. De hecho, sus imaginarios se inspiraron en orígenes diferentes: el fascismo a partir de las frustraciones y resentimientos contra el agotamiento de las expectativas sobre la certeza del progreso y de la segura mejora en el bienestar de la humanidad, que había alentado el pensamiento racionalista de la Ilustración en las sociedades europeas occidentales, junto al atractivo del romanticismo de finales del siglo XIX y principios de siglo XX en diversas esferas de la vida y, en particular, en la exacerbación de sentimientos nacionalistas. Esto dio lugar a la búsqueda de respuestas redentoras, más inspiradas en las pasiones y en representaciones místicas de la realidad que en la razón, y en las que el ejercicio de la violencia se exhibió como prueba de su supremacía respecto otros proyectos.
El comunismo, por su parte, alegó plasmar las leyes que supuestamente gobernaban el devenir de las sociedades según el materialismo histórico, descubiertas por Carlos Marx, e invocaba más bien el carácter racional y científico de su proyecto político. Sin embargo, las dos concepciones planteaban ofertas de un nuevo orden definidas en términos de una totalidad que refundaba las relaciones entre los integrantes de una nación o de la humanidad en general, y que planteaba una ruptura drástica con el pensamiento liberal sobre el que se edificaba la institucionalización de la democracia representativa. Tanto por la similitud de sus procedimientos para concentrar el poder y doblar sus "enemigos", como por el papel central que en ello juega la ideología, entendida ésta en su forma extrema como una representación social sectaria y excluyente que reemplaza aprehensiones menos sesgadas de la realidad, así como por el hecho de que el comunismo mostró estar divorciado de toda noción de progreso y de libertad para quedar reducido a pretensiones de legitimidad con base a mitos, hace que hoy sea simplemente un fascismo con traje de "izquierda". Esta nueva forma de "justificar" prácticas fascistas recibe el nombre de fascismo del siglo XXI o neofascismo.
A modo de inventario, no deja de ser curioso que el nacionalismo más supremacista, populista y totalitario, sea el Español, y es que estos cuando se ponen a ejercer de ello van en serio, no como los nacionalistas catalanes que más bien son de opereta o de vodevil.
"El nacionalismo más supremacista, populista y totalitario, sea el Español". Un poco reduccionista esta conclusión.
ResponderEliminarSin duda, todos los nacionalismos identitarios que conozco actualmente sobre la faz de nuestra península comparten muchas de esas mismas características que dices, sobre todo en algunas formaciones políticas. Para mí son iguales casi todos ellos. Lo cual no quita que cualquier ciudadano pueda sentirse libremente español, catalán, vasco o de todo un poco, como si no quiere sentirse más que ciudadano europeo o del mundo y usar los colores de las enseñas patrióticas como trapos de cocina.
El nacionalismo español tiene algo que no tienen los otros, un ejército y mucha determinación patriótica, aspectos de los que carecen los del procés, que no dejan de ser unos pardillos.
ResponderEliminar