Suena a repetido que una crisis genera nuevas oportunidades, y en algunos casos es cierto, o más bien se trata de aprovechar lo que se pueda y sacar el rendimiento de un producto de la mejor manera posible. La idea de la hosteleria para remendar el drama de la pandèmia consiste en alquilar habitaciones de hotel como vivienda, sobre todo para los que vivan del teletrabajo. Analía Plaza lo explica en este artículo en el diario.es
"Un señor sueco que teletrabaja donde quiere, una pareja que está de obras en su casa y un profesional que va y viene a Barcelona son los primeros tres interesados en alquilar una habitación de hotel para vivir. La oferta la lanzó recientemente la cadena Gallery Hoteles, empresa familiar nacida en los 90 con tres establecimientos en España. "La situación es tan complicada que pensamos qué necesidades podían surgir", resume Myriam Ortiz, directora del hotel de la compañía en Málaga. "Por un lado, quitamos camas para convertir diez habitaciones en oficinas. Por otro, convertimos salas en espacios de trabajo. Y por último, creamos el homtel [mezcla de home, hogar en inglés, y hotel]. Es para personas que están fuera de su casa por trabajo y no quieren apartamento, sino los servicios de un hotel a un precio interesante".
Su propuesta es la siguiente: tanto en Málaga como en Barcelona, habitación doble exterior con desayuno, limpieza y lavandería dos veces en semana, gimnasio y piscina por 700 euros al mes. Las habitaciones son de unos 25 metros cuadrados y la ubicación es céntrica en ambas ciudades. En Málaga, por ese precio y en esa zona hay apartamentos enteros. En Barcelona, no. De hecho, una búsqueda en portales inmobiliarios devuelve habitaciones de otros hoteles que alquilan hasta marzo, a la espera de que regresen el turismo y la facturación.
"Solo nos queda una habitación", dice Juergen Hutterer, empresario austriaco dueño del Mihlton, un pequeño hotel en la calle Roselló. "Hemos montado una cocina compartida para las 18 personas que viven aquí. Tenemos muchos estudiantes que están haciendo un máster, de Alemania y Finlandia. La habitación se vende fácil, pero no cubrimos costes. Lo hacemos por el mantenimiento, para que alguien use cosas como el aire acondicionado. Hemos pasado de facturar 70.000 a 8.000 euros al mes".
En la antigua normalidad, Hutterer vendía las habitaciones a entre 130 y 180 euros la noche. En la nueva, las alquila por 590 euros al mes. Lo que antes sacaba en cuatro días ahora le supone un mes entero, aunque sus trabajadores siguen en ERTE y ha reducido la limpieza a un día en semana, así que sus costes bajan. La larga estancia es un parche que ni siquiera ha publicitado a lo grande: solo lo ha subido a Idealista. Lo mismo ha hecho María, dueña de Ca La Maria Bed and Breakfast, en la misma zona. "Abrimos en junio y hasta julio nos fue bien. Empezaron los rebrotes y ya nada", cuenta. "A finales de agosto cerré para turistas, porque al ser un hotel pequeño [ocho habitaciones] es un lío combinar. Ahora está todo lleno de huéspedes de larga estancia".
María ha convertido su hotelito —un piso grande que alquila a un familiar— en un coliving, esa especie de híbrido entre residencia para adultos y piso compartido con grandes zonas comunes. Donde antes cobraba una media de 170 euros la noche, ahora pide 750 euros mensuales por la habitación. Ha pasado de trabajar todo el día y tener trabajadores a estar ella sola cinco horas.
"Con esto puedo pagar el alquiler. Si no tuviera trabajadores a cargo, cubriría gastos. Pierdo menos dinero que si lo tuviera cerrado, pero pierdo", continúa. Entre sus huéspedes hay españoles y extranjeros y gente que ha huido de sus pisos pequeños sin balcón. "Hay gente que estuvo sola en el primer confinamiento. Aquí lo pasas con diez personas en una terraza de 500 metros cuadrados. Un día hicimos paella, otro nos fuimos de excursión y haremos fiesta de Halloween", añade. "Es como un hostel para adultos trabajadores".
Con mayor o menor bombo, distintos hoteles en España se han pasado al alquiler de habitaciones para sobrevivir. Los pequeños —como Mihlton y Ca La María— no combinan con habitaciones por noches ni dan servicios de hotel. Pero en los que son un poco más grandes, como los Gallery o el Cotton House, de la cadena estadounidense Marriott, la oferta es complementaria, todos los servicios están incluidos y los contratos no terminan necesariamente en marzo.
"Este es un modelo que sonará mucho ahora", vaticina Fabián González, analista para el mercado español de Phocuswright. "Pongo un hotel. De ahí me saco unas cuantas habitaciones para larga estancia para trabajadores en remoto o expatriados. Y otras compartidas tipo hostel". A nivel de ingresos, explica, el objetivo es cubrir costes fijos con la larga estancia y hacer dinero con las noches sueltas, donde la rentabilidad es mucho mayor. También con el bar, como los hostels. La cadena Selina, presente en Estados Unidos, Portugal, Reino Unido y varios países latinoamericanos, es la referente en este sector.
"El problema para proyectos nuevos son las licencias. ¿Qué eres, un hotel, apartamentos, un albergue...? Las administraciones no saben dónde encajarte porque las ordenanzas van por detrás", añade. "En los que ya tienen licencia eso da más igual".
A los hoteles de siempre no les queda otra. La caída del turismo extranjero ha sido catastrófica (-76% en agosto) y los nacionales solo han compensado en las comunidades del norte. Asturias y Cantabria fueron las regiones que menor caída de la rentabilidad hotelera registraron en agosto. En Madrid, las Islas Baleares y Cataluña las caídas superaron el 50%, lo que significa que un hotel abierto ingresó por habitación disponible la mitad que el año anterior. Por categorías, el batacazo mayor se lo han llevado los cinco estrellas."
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