Cada uno de nosotros tiene asignado conocer a un hombre bueno, cuenta Carlos Zanon en su artículo de hoy. Y eso me ha llevado a deciros que el mío, mi hombre bueno también se llama Antonio. Cuando te topas con un hombre bueno, la situación suele ser embarazosa. ¿De qué hablas con un hombre bueno? Pudiendo ser cínico, calculador o cruel ¿qué ventajas tiene ser un hombre bueno? Es difícil de saber porque los hombres buenos no suelen ser muy locuaces, aunque este no seria el caso de Antonio. Uno trata de escudriñar por qué un hombre bueno se comporta así, de esa manera tan excéntrica: sin odio, sin envidia, sin celos. Quizá por eso lleva su tiempo tranquilizarse cuando te topas con un hombre bueno. El mío, mi hombre bueno, Antonio, trabaja en la CIPO. Antonio podria haber salido de secundario en Campeones, o sea que és lo que dicenlos técnicos un border-line, aunque para mi, Antonio és un hombre bueno, un buen hombre, con el que puedo hablar de muchas cosas, aúnque de lo que más de fútbol, siendo como es un seguidor fanático del Sabadell. A Antonio hace tiempo que no le veo, cambió su residencia (vivia con su hermano) y le hecho en falta, era parte de mi paisaje cotidiano cuando salia a la calle, y me gustaba platicar con él, porqué al hacerlo no tenia necesidad de fingir ni de pretender ser nada más que lo que era, un hombre hablando con otro hombre, de las pequeñas cosas de la vida, integrados ambos en el paisaje del barrio, de nuestro barrio.