A PROPÓSITO DE HACER PROPÓSITOS



De cara al año 2021, podríamos hacer muchos y variados buenos propósitos,  como ocultar a nuestros hijos que la Covid-19 son los padres. Soñar que algún día, más pronto que tarde o viceversa, volveremos a nuestros bares, restaurantes, locales y discotecas a plena ocupación y casi sin horarios. Saber por los periódicos, radios y teles los que nacen cada día por su nombre, apellidos y peso en la balanza, y no sólo los anónimos que mueren sin edad. Llamar a quienes estén solas y sólo para decirles que no están solos ni solas. Volver a escuchar 'Poco antes de que den las diez', de Serrat, y sentirnos novios otra vez. Guardar un minuto de silencio por los que ya no volverán a comer jamón ni a beberse un triste café con leche... pero creo que lo más sensato sería no hacer ningún propósito, pues sabemos que los buenos propósitos casi nunca se cumplen y menos este 2021 que antes de empezar ya no pinta nada bien. El mejor propósito de cara al próximo año, que ya nacerá un poco viejo y enfermo, sería no hacer ningún propósito y como el Gobierno con la gestión de la pandemia, ir improvisando sobre la marcha, error prueba, prueba error, error tras error, hasta el error final.
Esta pandemia nos ha colocado en nuestro lugar en la vida, ha acabado con nuestra arrogancia y nos ha vacunado contra ella para mucho tiempo. Toda una lección de humildad que tan bien resumía Jaime Gil de Biedma en este poema:




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