AUTOPISTA HACIA EL INFIERNO

💬Sabemos por qué así quieren que lo sepamos, que había hace cuatro días más de 3000 camioneros españoles atrapados en la frontera entre el Reino Unido y Francia. Días sin ducharse, agotando las provisiones o comiendo de la solidaridad de los vecinos de la zona que les dan lo que pueden. Es el golpe final a un año incierto, difícil: Pasaron la noche de Navidad en un camión atascado, solos, convertidos en peones de la política y con La Covid como excusa. El colapso de mercancías como anuncio de lo que podría haber supuesto un Brexit sin acuerdo. Son los Estados, las instituciones, haciendo sus jugadas sobre el tablero sin ningún tipo de escrúpulos. Intentar sentir la soledad en esta cabina es algo más que una descripción física digna del colapso. Sabemos que hace cuatro días que no sabemos gran cosa de ellos, si todavía están detenidos o si poco a poco van saliendo de la ratonera. Sabemos que les han hecho la prueba PCR (todo un detalle), pero no sabemos mucho más.

Cuando teníamos el país confinado, los establecimientos cerrados y las poblaciones rodeadas de silencios y vacío, los camiones continuaron recorriendo las carreteras durante muchos días, en condiciones durísimas. Sin poder comer caliente ni disfrutar de las duchas, salvo algunas áreas de servicio más humanitarias. Su trabajo era esencial, imprescindible, pero se tardó demasiado en atenderlos. Una desatención que se ha visto multiplicada estos días, agravada por el peso emocional de las fiestas navideñas.

No les aplaudíamos a las ocho cada atardecer, ni le hemos prestado demasiada atención en todo este tiempo, y eso que son esenciales también, pero esto ya ocurre a menudo, que el sentido de la justicia, de la igualdad, las bonitas palabras y expresiones se convierten en papel mojado cuando se extiende la sensación de desamparo. Los camioneros españoles han sido atrapados esta Navidad en la autopista hacia el infierno del desinterés y de nuestra indiferencia.