HAY TIEMPO PARA TODO



💬La pila atómica, útil esencial para la fabricación de la bomba, era, efectivamente, «una disposición geométrica de sustancias extremadamente puras». En un principio, este útil, tal como había dicho Fulcanelli, no requería la electricidad ni la técnica del vacío. La memoria de Smyth aludía igualmente a radiaciones venenosas, a gases, a polvos radiactivos de extremada toxicidad y que podían prepararse en grandes cantidades con relativa facilidad. El alquimista había hablado de un posible envenenamiento de todo el planeta. 

¿Cómo un investigador oscuro, aislado, místico, había podido prever o conocer esto? «¿De dónde te viene esto, alma del hombre, de dónde te viene esto?» Hojeando las pruebas de la memoria, mi amigo recordaba también este pasaje de De Alchimia, de Alberto el Magno: «Si tienes la desgracia de introducirte cerca de los príncipes y de los reyes, no cesarán de preguntarte: "Y bien, maestro, ¿cómo va la Obra? ¿Cuándo veremos por fin algo hueno?" Y, en su impaciencia, te llamarán pillo y tramposo y te producirán toda suerte de molestias. Y si no llegas a buen fin, sentirás todo el peso de su cólera. Si, por el contrario, tienes éxito, te guardarán con ellos en perpetuo cautiverio, con la intención de hacerte trabajar en su provecho.» ¿Había sido por esto por lo que Fulcanelli había desaparecido y los alquimistas de todos los tiempos habían guardado celosamente su secreto? El primer y último consejo dado por el papiro Harris era: «¡Cerrad las bocas! ¡Cerrad las bocas!»

En Hiroshima, el 17 de enero de 1955, Oppenheimer declararía: «En un sentido profundo que ninguna ridiculez barata podría borrar, nosotros, los sabios, hemos conocido el pecado.» Y, mil años antes, un alquimista chino había escrito: «Sería un terrible pecado revelar a los soldados el secreto de tu arte. ¡Atención! ¡Que no haya siquiera un insecto en el cuarto en que trabajas!» Sería estupendo y conforme a la noble postura del lenguaje alquimista, que nuestra salvación se produjera por la interpretación de la filosofía. Difícil, pero no imposible. Hay tiempo para todo, e incluso hay tiempo para que los tiempos se junten, mil años más tarde


EL RETORNO DE LOS BRUJOS - fragmento (pag.49)

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