SOBRE EL DELITO DE ODIO



Me odian y eso no tiene importancia, pero me obligan a odiarlos, y eso sí que la tiene, decía Fuster. Últimamente se habla mucho de odio y se acusa a gente de odio, incluso con demasiada ligereza y no siempre con la razón por bandera. Recordaréis que detuvieron a un joven de 20 años por haber publicado tuits ofensivos sobre la muerte del Fiscal Maza y también por amenazas al señor Millo, nada que parezca incorrecto y no hay nada que objetar, esta persona se comportó como un miserable. Pero si bien es condenable el hecho de amenazar al sr. Millo, los tuits ofensivos sobre la muerte del Fiscal Maza serían más discutibles, o al menos no se han perseguido otros delitos o presuntos delitos de odio con tuits ofensivos similares, como cuando la muerte de Muriel Casals, el accidente de Germanwings o contra el President Puigdemont y la catalanofobia/hispanofobia en general que se retroalimentan. Incluso el 'a por ellos' puede considerarse un acto de odio. Son todos actos de odio que no han sido perseguidos por la Fiscalía, que sólo persigue los delitos de odio que le conviene e interesa, y omite condenar y actuar contra los demás, y por tanto prevarica, conscientemente, cínicamente. No se puede esperar nada bueno de esa gente, que han hecho de la manipulación y la mentira un arma de uso diario y masivo, que genera odio. Y lo peor es que los independentistas que tanto se quejan son igual de execrables en la práctica del delito de odio para combatir al otro.
El odio es definido como un sentimiento de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, o fenómeno, así como el deseo de evitar, limitar o destruir a su objetivo. El odio se describe con frecuencia como lo contrario del amor o la amistad; otros, como Elie Wiesel, consideran en la indiferencia como el opuesto al amor. El odio no es necesariamente irracional o inusual. Es razonable odiar a gente u organizaciones que amenazan o hacen sufrir, o cuya supervivencia se opone a la propia, o sea que no tengo tan claro hasta qué punto el Gobierno acusa de odio básicamente a quienes no comulgan con ellos y su discutible modo de pensar y actuar.
El delito de odio está muy circunscrito a las redes, sobre todo twitter, donde los haters campan a gusto insultando a diestro y siniestro. Y es que en twitter hay que tener mucho cuidado, pues te llama a participar de esta orgía de despotricar con mucha facilidad, y a menudo se debería conta hasta diez antes de publicar un tuit de lo que a los cinco minutos te arrepentirás en el mejor de los casos.
Pero la sublimación del delito de odio, viene a raíz de la ley mordaza perpetrada después del 15-M, que de hecho, da patente de corazones al Estado para actuar impunemente contra todo lo que discrepe de su discurso o simplemente le moleste , y es preocupante porque recorta no ya la libertad de expresión sino derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos, que permanecen indefensos ante esta maquinaria de represión orwelliana. Una maquinaria que se activó y descontroló a raíz del juicio del proceso y los sucesos posteriores.

2 comentarios:

  1. El odio genera más odio. Y se entra así en una espiral que nadie sabe cómo parar.
    Saludo.

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  2. El delito de odio se ha banalizado hasta extremos esperpénticos a raíz del procés.

    Saludos.

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