"En el futuro cualquier imbécil tendrá derecho a sus cinco minutos de gloria" - dejó dicho Andy Warhol.


Estas fueron sus premonitorias palabras. A día de hoy lo podemos ver en la Tele, donde la gente casi mata o pagaría para salir a explicar a menudo sus miserias, o estos programas dichos del corazón, que de corazón poco tienen;
Acordaos de los padres que hace tres años hicieron creer que su hijo iba en aquel globo de helio y no era más que un montaje para tener una fugaz notoriedad y presencia en los medios.

Mucho tienen que ver los padres con estos disparates, o ¿es que acaso Sergi Bruguera habría sido tenista de élite si no fuera por la insistencia de su padre,? o Toni Elías más de lo mismo, aunque esta sería otra clase de notoriedad, como proyectar las metas no alcanzadas del progenitor en el hijo.

En vez de enseñar a los niños los valores funamentals del esfuerzo, el trabajo bien hecho, la amistad y el respeto, sólo se les enseña a competir, a ser el primero del que sea y a costa de lo que sea, o salir en la tele para nada, sólo para el páramo personal e intelectual que hay detrás contemplándolo.
Volviendo a la gloria, a los cinco minutos de gloria de Warhol, la gloria es incierta y poco duradera, efímera en muchos casos y lo único que genera después de desvanecerse es frustración, y esta sí que es duradera, pues nadie está preparado para digerirla.