A pesar de los intentos de Quim Torra y Pere Aragonés de mantener la legislatura hasta que se produzca el fallo contra los líderes del Proceso, será muy difícil que puedan resistir hasta el final. No sólo por las diferencias entre JxCat y ERC, que llegan en algunos casos a la cuestión personal, sino también por la falta de liderazgo en las filas postconvergentes que se mueven como un pollo sin cabeza. El líder natural, Carles Puigdemont, está de salida, como revela en su reciente libro 'La crisis catalana'. A él le gustaría que el movimiento independentista girara alrededor de la Crida Nacional para la República y tiene toda su confianza en Jordi Sánchez.
Este va ganando protagonismo cada vez más pero todavía está lejos de ser el hombre clave que tome las decisiones. Torra, por su parte, no tiene otra misión que ejercer de agitador manteniendo la llama de la república. Artur Mas se ha ido alejando de los núcleos de decisión por voluntad propia. Y tampoco existe la influencia del partido. La salida en falso de la ex secretaria general del PDECat, Marta Pascal, ha provocado malestar en buena parte de la militancia y tampoco ha contribuido a mejorar las relaciones con el equipo de JxCat. La sensación que cada uno hace la guerra por su cuenta es evidente y el mejor ejemplo de esto es la división existente en el grupo parlamentario en Madrid.
Las dos grandes formaciones de esta historia están en un callejón sin salida. ERC tiene un liderazgo muy claro en Oriol Junqueras y sabe lo que quiere. Se podrá estar de acuerdo o no con la línea posibilista que ha adoptado ERC, pero no hay duda de que tiene un plan posible, de hecho el único plan posible, mientras que Puigdemont y Torra exigen unos días un referéndum. otros amenazan con ultimatums y otros con aplicar la república, un desorden y desbarajuste total.
Resume la caótica situación como lo explica Jordi Juan en la vanguardia: "Incluso los más recalcitrantes partidarios del independentismo parece que han abierto los ojos para llegar a la conclusión de que con esta tropa no se va a ninguna parte".
Han llegado al final de la escapada, de la alocada huida adelante, y ya sabemos cómo acababa Jean Paul Belmondo en la ficción de Truffaut, que de hecho, de ficción es el mundo irreal en que viven Puigdemont Torra.
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