Los estados cometen atrocidades. Siempre lo han hecho y continuarán haciéndolo. Es su naturaleza, la naturaleza del mundo en cualquier época pasada, presente o futura. Los estados son buenos matando y son buenos también ocultando sus crímenes. Si alguno sale a la luz dicen que actuaron en aras del interés general, por el bien común, para salvaguardar la paz. A lo largo de la historia, tribus, pueblos y sociedades han aceptado estas explicaciones, es decir, la necesidad del mal, el mal banal, ideológico o geoestratégico, el mal necesario para el bien del pueblo. Nosotros no somos mejores. Nuestras sociedades contemporáneas también defienden la necesidad de matar para preservar la vida, nuestra vida. Dormimos tranquilos, arropados por la amoralidad del Estado, en connivència implícita con él. No nos escandalicemos pues porquè han asesinado a tal o cual periodista, nuestro gobierno también lo habrá hecho o lo hará en un momento dado. Siempre por el bien común, eso si.