VIAJE CON NOSOTROS 'LOW COST'


Cuando años ha empecé a trabajar, iba con el autobús del Martí. Como vivía en la Creu Alta, bajaba el bus prácticamente lleno de Ca N'Oriac i era bastante normal en aquellos tiempos ir montado en la parte trasera, agarrado a la barra y el cuerpo medio fuera pues el cobrador no cerraba la puerta, entre otras cuestiones porque no podía; el desayuno en una mano, envuelto con la Vanguardia y la otra mano agarrada a la barra, y así iba a trabajar casi todos los días por la mañana.
Esto que es impensable a día de hoy para ir al trabajo, en cambio lo hemos trasladado a viajar por ocio en los aeropuertos, cosas de la socialización de la aviación. Es enorme la cantidad de gente que viaja de un lugar a otro cada día y no sólo los meses de verano con la aparición de los vuelos baratos, y no van colgados de la barra como en el autobús porque no es posible que si no aún lo veríamos en días punta. Este cambio que se ha producido en los últimos años ha trastornado muchas pautas de comportamiento social a la hora de viajar y ha saturado nuestros aeropuertos a pesar del aumento de capacidad operativa de los de Reus y Girona, sobre todo este último que ha experimentado un crecimiento espectacular. Todo este cambio ha provocado que la saturación llegue al punto que el personal viajero se mueve y es tratado casi como si de transporte de ganado se tratara, y no sólo Ryanair. Y claro, como no eres nada, te tratan como eso, como si no fueras nada y te pueden sacar arrastrando si ningun respeto ni miramiento de un avión o separando a un niño de sus padres, y todo por overbooking, o sea que nos tratan como si fuéramos ganado.
Pero que quieres, que puedes exigir si te vas a Praga en chanclas y por 30€. Viajar en avión, antes, era cosa de privilegiados o ocasional en los demás mortales y todo iba dentro de unas pautas tranquilas y organizadas, pero actualmente con una gente que quiere que todo funcione como un reloj, que es incapaz de entender que con tanto movimiento es normal y lógico que hayan esperas, retrasos, pérdida de maletas, etc, resulta que todo son quejas y lamentos. Vayan cualquier día de verano al Aeropuerto del Prat y fíjese en la cantidad de gente que se traslada hacia una multitud de lugares del planeta, la de vuelos que salen y llegan uno tras otro, y entenderéis que mover tanta gente es complejo y cualquier pequeño incidente lo altera todo. Y si como ayer sábado, se juntan la huelga del personal de tierra y la madre de todas las tormentas, ya es el caos total.

Y esto pasa por que de vacaciones sólo tienen los pobres, que se sienten obligados a huir de su hogar para disfrutarlas, y cuanto más lejos mejor, mientras, los ricos no hacen vacaciones, viajan como cuando y donde les conviene. También hay que tener en cuenta dos cuestiones preocupantes más, una la contaminación que representan tantos aviones volando constantemente por todas partes del planeta, y el otro, el peligro latente de un atentado en un aeropuerto, lo pensaba el otro día que fuimos en la T1 buscar en nuestra nieta que venía del viaje de fin de curso en Holanda, con la cantidad de gente que había en la terminal, que tentador y fácil es atentar indiscriminadamente. Y la tensión está en el ambiente, en un momento determinado dos personas que hablaban en árabe elevaron el tono de voz, como si discutieran y ya se generó un nervioso rum rum entre todos los que esperábamos la llegada de los vuelos.

Antes se podía bajar de un taxi a primera hora de la mañana y detenerse ante el escaparate de Tiffany's con mucho estilo para el breakfast, mientras que ahora se puede ir a hacer el Breakfast de Londres a Ibiza en chancletas...

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