—¿Tú crees en las palabras definitivas?
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir cuando se llega en ese momento solemne en el que uno de los miembros de la pareja declara al otro: «¡Ahora es la hora de hablar de lo que me he callado siempre!».
Los dos amigos se quedaron silenciosos, hasta que uno de ellos reanudó la conversación:
—No. No creo. Callar nunca está de más, sobre todo a medida que ponemos años. Si alguien se ha aguantado hasta entonces, es una imprudencia jugárselo todo en una de las cartas de la conversación…
—¿Y entonces? ¿Qué harías tú?
—Si la cosa fuera tan grave, me iría sin dar portazos. ¿Y sabes por qué?
—No.
—Pues porque me daría mucho miedo tener que escuchar lo que el otro, con toda seguridad, también callaba.


un cuento de Pere Calders.