Las vacaciones son el momento propicio para modificar nuestro ritmo habitual, para rehuir las prisas y el estrés, para descansar y hacer aquellas cosas que el frenético día a día va convirtiendo en pendientes. Porque hemos entrado en una espiral de la inmediatez. Donde todo parece urgente. Donde no nos queda tiempo ni para respirar. Y necesitamos hacer una pausa.
"Creo que vivir deprisa no es vivir, se sobrevivir, dice Carl Honoré, autor del libro
Elogio de la lentitud. Nuestra cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo, pero la paradoja es que la aceleración nos hace desperdiciar la vida.”
Tom Hodgkinson, autor de “Elogio de la pereza”, un libro similar que él mismo define como "el manifiesto definitivo contra la enfermedad del trabajo", propone cosas tan radicales como escaquearse del trabajo o instaurar los lunes como "el día de llamar al trabajo y decir que estamos enfermos ".
Ciertamente, empezamos a ser conscientes de que tenemos un problema. Y por eso surgen movimientos como el slow food, la Cittá slow o incluso el slow e-mail (se trata de reducir las veces al día que miramos el correo).
La filosofía de la lentitud puede resumirse en una palabra: equilibrio. Y ¿como se encuentra este equilibrio? Esto ya depende de cada uno. Quizás podemos aprovechar las vacaciones para meditarlo.
Ciertamente, empezamos a ser conscientes de que tenemos un problema. Y por eso surgen movimientos como el slow food, la Cittá slow o incluso el slow e-mail (se trata de reducir las veces al día que miramos el correo).
La filosofía de la lentitud puede resumirse en una palabra: equilibrio. Y ¿como se encuentra este equilibrio? Esto ya depende de cada uno. Quizás podemos aprovechar las vacaciones para meditarlo.
Prueba de la lentitud i ahorro, o sea lentitud y pereza, en vez de escribir nada, copio y pego de aqui. (bueno, lo he traducido, que ya es un esfuerzo)
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