Una de las muchas enseñanzas que hemos aprendido de la pandemia es que no todo el mundo está preparado para la digitalización universal, sobre todo entre la gente mayor, pero no sólo ellos: hay quien, de la edad que sea, que no quiere ser digitalizado contra su voluntad, incluso a riesgo de ser tachado de negacionista o quedarse en permanente fuera de juego social y económico. Sea como sea, haríamos bien en considerar los datos que apuntan que en España el 75% de las operaciones se hacen en efectivo pero mueven menos del 50% del volumen de dinero. Este escaso 50% representa, principalmente, al pueblo llano que difícilmente podrá prescindir del efectivo, a diferencia de lo que les pasa a los que se mueven por paraísos fiscales, sociedades pantalla o con moneda digital. Van cerrando sucursales bancarias y prejubilando empleados mientras alguien se triplica el sueldo, y la gente de a pie, la gente mayor debe enfrentarse a la lucha contra la dificultad de usar el cajero automático y hacer las gestiones digitalmente.

Explicaba el año 2014 en Rac1 el Profesor Niño Becerra que dentro de tres o cuatro años desaparecería el dinero como tal (o sea en 2018), que todo se pagaría telemáticamente - Continuamos pues viendo que las previsiones de los expertos son inescrutables como los caminos del Señor -. Aunque hay que decir en descargo del profesor, que de hecho, casi funcionamos así, poco es lo que pagamos en efectivo. En algunos lugares como Granollers se había probado la tarjeta monedero para las compras pequeñas, la idea estaba bien, ibas a comprar el pan, la fruta o la carne en la tienda y pagabas con la tarjeta que me parece era de 1000 pesetas y se iba gastando hasta que se tenía que cargar de nuevo. No tuvo demasiado éxito, las comisiones que cobraban los bancos eran demasiado elevadas y no salía a cuenta a los comerciantes.

En este estado utópico que describe Niño Becerra, hay un problema: La economía sumergida, que ya sé es un seguro para mucha gente para no acabar cayendo en la pobreza, o más bien una cuestión de pura supervivencia. No digo que sea buena, pero al menos la gente puede ir tirando haciendo un 'parche' por aquí o un 'parche' para allí. Por tanto, no hay que criminalizarla, porque, además, muchos de los dineros que se generan vuelven a dinero oficial. De hecho, la gente ha estado acostumbrada a pagar en metálico durante siglos, así como la economía del intercambio. Nuestros abuelos, cuando tenían dinero compraban lo que necesitaban. Aquí, lo que no sé cómo se resolvería, es la cuestión de aquellos que pagan sólo el 2% de los impuestos (el 98% lo pagan los trabajadores), como tienen el dinero en B y en A también en paraísos fiscales, tal vez lo tendrán dejar de vacaciones para siempre.

No deja de ser curioso el poco interés de los estados en perseguir estos paraísos fiscales y averiguar quién tiene allí dinero y su origen, parece fácil y sería una buena manera de recaudar dinero en vez de continuar exprimiendo este 98% de trabajadores que son los que pagan impuestos, ah! y los jubilados también. Como dice mi señora, habrá que volver a guardar el dinero debajo del colchón, como se hacía antes, más seguro y más práctico.