Los chatarreros son defensores del medio ambiente. La labor de estos profesionales como gestores de residuos tiene gran relevancia porque sacan de la calle elementos muy contaminantes como el zinc, el hierro o el cobre. Recorren las calles de las grandes urbes y de las pequeñas localidades en busca de metales, residuos procedentes de edificios derribados, restos de obras, objetos a los que sus dueños ya no dan utilidad. Recogen lo que para los demás carece de valor y vuelven a introducirlo en el mercado a través del ciclo del reciclaje. La sociedad de consumo da a los productos una vida cada vez más corta, pero los recuperadores hacen que estos utensilios puedan tener, a veces, vidas infinitas. Chatarreros ambulantes, recuperadores, trabajadores de desguaces, gestores de residuos o fundidores consiguen dar un segundo uso al material que, en principio, se había rechazado. Hace ya tiempo es frecuente ver a estos trabajadores ambulantes por la calle con carros de supermercado, pequeños vehículos tirados por animales o camionetas. Hasta hace no mucho tiempo se les consideraba personajes marginales y, equivocadamente, había quien equiparaba al chatarrero con el material con el que trabaja. Durante años, los gremios y asociaciones que agrupan a desguaces o recuperadores han luchado para acabar con este estereotipo, dignificar el oficio, y dar a conocer la importancia que tiene su labor para la preservación del medio ambiente.
Ver los carritos repletos de todo tipo de desechos denota la tarea que hacen cada día. El viernes por la tarde, un chico subsahariano con un carrito de estos cargado de cartones y otros objetos volcó, y fuimos necesarios dos más y él para levantarlo. Hay un señor marroquí que lleva una Furgoneta vieja a tope de cartón, un cartón que según qué épocas se paga mejor que otros. Hay también de especializados, que con herramientas a mano, desmontan la chatarra y se llevan lo que más les interesa, dejando el resto no siempre en condiciones en el suelo. Son pocos, la mayoría lo recogen todo.
La UOC a través de Julián Porras, ha hecho un estudio sobre ellos y su labor, y considera que el Ayuntamiento les debería compensar económicamente por su actividad en defensa del medio ambiente, una tarea mal pagada de este ejercito silencioso y olvidado que diariamente dedica casi todo el día a recorrer calles y plazas recogiendo residuos no siempre depositados en el lugar donde tocaría por los ciudadanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario