Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda en la Alemania nazi, estuvo a cargo de una maquinaria de propaganda que alcanzó todos los niveles de la sociedad alemana. El uso generalizado de la propaganda por parte de los nazis es responsable de que el término en sí haya adquirido sus connotaciones negativas actuales. Se centró en declarar que los judíos eran la fuente de los problemas económicos de Alemania; presentando temas más comunes entre los países en guerra, como la inminente derrota de sus enemigos o la necesidad de seguridad.
A continuación me voy a referir a las leyes de propaganda nazis, los 11 principios y el alcance de cada uno, que utilizaron durante el tiempo que ostentaron el poder, inspirados por Joseph Goebbels:
1. Principio de la simplificación. Este principio se basa en la reducción de toda la complejidad de los distintos enemigos a una realidad muchísimo más discreta, desprovista de diversidad y muy fácilmente identificable. El propósito es infundir a todo lo que se opone a las propias ideas de un rasgo común y sencillo donde se reduzcan sus aristas hasta la misma caricatura. De esta manera, no existiría nunca una batalla contra múltiples antagonistas, sino una guerra en la que solo bregaría un sencillo contendiente: el mal, la brutalidad, la injusticia o la ignorancia.
2. Principio del método de contagio. Este principio estaría asociado al anterior. Sus objetivos son sencillos: además de simplificar los hechos, se pretendería dispersar una serie de atributos a todos los sujetos que se acojan a ideas opuestas a las propias. A menudo son adjetivos de contenido negativo, humillante y/o ridiculizante; que se asignarían, sin meditarlo, al opositor.
3. Principio de la transposición. En el momento en que se fuera objeto de una acusación ineludible, sería necesario señalar al otro por exactamente el mismo "error" que ha hallado en nuestra manera de proceder. En Política puede observarse cuando trascienden casos de malversación o apropiación indebida hasta la opinión pública, los cuales motivan un cruce de reproches en los que se ensalza que: "pues tú también lo hiciste, e incluso peor que yo". Con esta actitud se persigue generar una distracción que desvíe la atención de la propia figura y que se ubique de nuevo en los demás, manteniendo toda sombra de sospecha fuera de nuestras inmediaciones.
4. Principio de la exageración y de la desfiguración. Este principio prevé que todo error del otro ha de ser aprovechado de forma inmediata. Para ello se procedería a desdibujar su relevancia y su alcance, de modo que pareciera un suceso mucho más grave o negativo (para los propios intereses) de lo que realmente es. Se buscaría trazar amenazas en casi cualquier acto que el enemigo llevara a cabo, incluyendo aquellos a los que solo se les pudiera atribuir importancia anecdótica o circunstancial.
5. Principio de la vulgarización. Este principio propone que las propiedades de los mensajes a comunicar han de adaptarse al nivel de los individuos que van a recibirlo, y en concreto al menos inteligente de todos ellos. A través de tal proceso se eliminarían todos los matices complejos, y se buscaría difundir algo tan "simple" que cualquier ser humano podría llegar a comprender. Esta forma de diseñar los anuncios de propaganda iba dirigida a la masa y no a los que la formaban, aprovechando que los grupos son más fáciles de convencer que los individuos aislados (y que también olvidan más rápido).
6. Principio de la orquestación. Las ideas que se quieren transmitir a la masa han de repetirse de forma continuada, usando distintos prismas y ángulos pero insistiendo en el mismo concepto. Es importante que todo se reduzca a lo más básico posible, de forma que sea casi imposible que se perciba un atisbo de duda o contrariedad en el contenido de lo que se transmite. Esta estrategia es básica, puesto que aumenta las ocasiones en que el mensaje está disponible, lo que incrementa el grado de credibilidad que las personas le atribuyen y su disponibilidad en la conciencia individual.
7. Principio de renovación. Este principio alude no al contenido, sino a las formas, y más en particular al ritmo con el que se transmite la información. El propósito sería generar tantas acusaciones que la víctima no dispusiera de margen temporal suficiente para excusarse o demostrar su falsedad, pues en el momento en que intentara liberarse de todo su lastre el discurrir del tiempo le habría relegado a una situación de irrelevancia. En definitiva, el propósito es abrumar al rival y sobresaturar al pueblo.
8. Principio de la verosimilitud. Toda información debería estar sustentada por el mayor número de fuentes posible, algo que resultaba muy viable en la Alemania que este Ministro nazi de Propaganda proyectó (puesto que había prohibido cualquier medio que no comulgara con las ideas de su partido). En el mismo principio se contemplaba también la posibilidad de "camuflar" mentiras dentro de una noticia objetivamente cierta, haciendo que estas fueran más fácilmente digeribles para el público diana.
9. Principio de la silenciación. Este principio tiene el objetivo de acallar todas las noticias positivas sobre los rivales, usando los medios de comunicación afines a la causa. El fin sería sesgar la información de que podrían disponer, e incluso reservar noticias negativas o falsas para el momento en que surjan logros del adversario, contrarrestando sus efectos en el oyente. Para este principio, lo fundamental es el tempo y la tergiversación.
10. Principio de la transfusión. A través de este principio se pretendería hacer uso de la historia de una nación, e incluso de sus mitos populares, para conectarlos de una manera directa con el contrincante a derrocar a través de analogías y equiparaciones. El fin es aprovechar un odio preexistente, cuya raíz se hunde en el acervo cultural y social común, para vertirlo de forma directa sobre quienes se oponen a un régimen.
11. Principio de la unanimidad, para hacer creer que las ideas que se desea difundir, gozan del consenso de toda la población. Este principio aspira a aprovechar el conocido fenómeno del conformismo social, al que se atribuye una enorme capacidad para la persuasión, especialmente entre aquellos que desconfían de su propio criterio para guiarse a lo largo de la vida.
Nota: Cualquier parecido del discurso de Pablo Casado y sus correligionarios, con los fundamentos de la propaganda nazi que hemos desarrollado, son pura coincidencia. - Víctor Arrogante es profesor y columnista - elplural.com
De aquellos barros, estos lodos.
ResponderEliminarUn saludo.
Dicen que la historia no se repite, pero a veces se le parece mucho.
EliminarSalut.
La propaganda separatista es un ejemplo vivo de este ilustrativo post.
ResponderEliminarEl independentismo catalán suele ignorar las críticas a sus excesos argumentando que son casos aislados, al tiempo que eleva a categoría cualquier anécdota que considera ofensiva.
Saludos.
Pues si, también, pero están a años luz de la obsesión de Casado y Vox, si hasta JosemariAznar le ha recriminado su actitud. Un tipo que no sabe decir tetas
ResponderEliminar