Suecia aparece habitualmente en lo más alto de las clasificaciones de felicidad y calidad de vida del mundo. Sin embargo, la soledad es una pandemia en el país nórdico, hasta el punto de que miles de ancianos suecos mueren cada año en su casa sin que nadie, ni familiares ni vecinos, se enteren, tal y como dejó dicho el estremecedor documental ‘La teoría sueca del amor’.
Una localidad sueca trata de paliar la soledad de sus vecinos con un proyecto genuinamente ‘made in Sweden’: obligar a sus habitantes a socializar con sus vecinos al menos dos horas a la semana.
A finales de este año se inaugura el proyecto experimental de viviendas públicas ‘Sällbo‘ en la ciudad portuaria de Helsinborg, al sur del país. Sobre el papel parece un bloque de apartamentos más, pulcro y funcional, de los que trufan la costa meridional de Suecia. Sin embargo, encierran una peculiaridad: sus vecinos están obligados a hablar entre sí no menos de dos horas por semana.
Los auspiciadores del proyecto culpan al clima de la reputada aversión de los suecos a relacionarse con desconocidos (o incluso con conocidos):
“Si piensas en países donde el clima es más cálido, la gente habitualmente se encuentra fuera de las casas, en el parque, y pueden charlar, sin necesidad de tener que recibir en tu propia casa. Aquí, en Suecia, no es tan fácil, porque el clima es el que es”, explica Dragana Curovic, una de las responsables del proyecto al diario sueco The Local. “La gente mayor no comparte su día a día, de modo que no es fácil para ellos entender a las generaciones más jóvenes. Y si a eso le añades una herencia cultural diferente, entonces resulta casi imposible encontrarse. Esa es la idea del proyecto”.
¿Cómo se materializa esta convivencia intercultural e intergeneracional? La mitad de los 51 apartamentos se alquilarán a jubilados suecos de más de 70 años, mientras la otra mitad irán destinados a jóvenes de entre 18 y 25 años, incluyendo un token para los inmigrantes recién llegados al país: 10 apartamentos.
Las viviendas, de dos habitaciones, no son demasiado grandes pero, a cambio, los bloques disponen de abundante espacio común, incluyendo un gran comedor, una biblioteca, gimnasio, una sala de cine y dormitorios para los invitados.
Entiendo que el clima poco ayuda en la convivencia entre vecinos, és obvio que en la zona mediterránea o el trópico la gente vive mucho más en la calle lo que facilita la comunicación entre unos y otros, sobre todo en los barrios de las ciudades y más aún en los pueblos, como explica explica Dragana Curovic.
La gente mayor que vive sola, necesita hablar, ser escuchada, bién lo saben los empleados de la Farmacia cuando van a buscar las medicinas y donde les suelen contar su vida, y lo sabemos los vecinos cuando los encontramos en la eswcalera op por la calle, y es importante escuchar, muy importante y no solo para los mayores sinó también para los jóvenes. - Visto en strambotic-publico.es
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