EL FRACASO DE LA ACOGIDA


Seis migrantes argelinos han sido expulsados ​​de Los Nietos (Cartagena) por la presión de decenas de vecinos. Los hombres habían llegado en patera, el test del coronavirus dio negativo, pero tenían que pasar la cuarentena preventiva. Una oenegé los instaló en un piso del pueblo, donde no sólo los vecinos, incluso los niños les insultaban. Los vecinos aseguran que no son racistas. Sólo temen el virus, dicen. 
A los temporeros migrantes se les culpabiliza del contagio del virus, al igual que a los menas (jóvenes ex tutelados) se les acusa de delincuentes. Los temporeros que malviven en la miseria más absoluta difícilmente pueden evitar el virus, ¿como pueden hacerlo en las condiciones en que están alojados? y no es de este año, cada verano es igual, los tratan de cualquier manera menos con dignidad. En cuanto a los menas, los jóvenes migrantes atrapados en la imposibilidad de trabajar por no tener papeles y no poder conseguir papeles por que no trabajan, se ven abocados a la delincuencia para sobrevivir aunque sea menor, no tienen otra salida.
A unos y otros, la ley sólo les ofrece la desamparo de la intemperie. Son muchas las instituciones implicadas en el fracaso de la acogida. Y ese fracaso estalla en múltiples injusticias, añade sufrimiento a los más vulnerables, genera conflictos y despierta el odio, ese odio que anima la ultraderecha. El fracaso en la acogida es un fracaso de todos.
Los vecinos de los Nietos, dicen que no son racistas, cuando lo primero que sabemos es que aquel que dice que no es racista, lo es, pero en este caso, no se trata de racismo, se trata de miedo, de incultura, de falta de humanidad, de gente pequeña y miserable que actúa con la parte más baja de su instinto de supervivencia.

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