UTILIZAR LAS PLAGAS


La evolución de la industria militar ha conseguido que sea preciso expulsar al Ejército de las Fuerzas Armadas por cobardía ante el enemigo. Si partiéramos del concepto de honor militar, hace ya tiempo que el mundo hubiera alcanzado la paz perpetua. Pues lo único que aún queda por ver es qué relación puede tener el valor con el numen de un químico que es en sí una deshonra a la ciencia, y cómo la gloria militar, debida a una ofensiva más "gloriosa", aún no ha muerto asfixiada por los gases de la propia infamia. A una humanidad que considera indispensable matarse unos a otros para vivir le es, desde luego, igual cómo lo hace, y la aniquilación masiva le resulta más práctica. Pero la evolución tecnológica ha dado al traste con sus aspiraciones románticas, que sólo hallan satisfacción en la lucha de hombre a hombre. Los designios del diablo, que tan inescrutables no son, puesto que se escrutan en los laboratorios, van aún más lejos. En cuanto los adversarios se hayan superado mutuamente sin tregua, los carros de combate y los gases dejarán su puesto a las bacterias y nadie se resistirá ya a la genial idea de utilizar las plagas como instrumentos bélicos, en vez de considerarlas como secuelas de la guerra. Pero como ni así podrán los hombres prescindir de ciertos pretextos románticos para justificar su maldad, el general en jefe, cuyos planes serán puestos en práctica por el bacteriólogo, como hoy en día lo hace el químico, seguirá vistiendo uniforme. A los alemanes se les podría atribuir la gloria del invento, y a los demás la infamia de su perfeccionamiento, o también al revés, como le parezca más alentador.

El progreso celebra una victoria pírrica 

sobre la naturaleza - Karl Kraus

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