💬No apoyaría en ningún caso el relato victimista que se ha activado al conocer la medida provisional del TSJC que paraliza el decreto de aplazamiento electoral de las elecciones del 14F. Por supuesto, es una pésima noticia que sean los jueces (una vez más) los que decidan nuestra fecha electoral. Pero cabe preguntarse quién ha hecho tan mal las cosas como para regalar al TSJC una decisión que nunca debería tomar.
La chapuza del decreto de aplazamiento electoral, ha regalado al TSJC la decisión de la fecha electoral. O sea que unas elecciones más serán convocadas por el TSJC, no por el Presidente que no le hay, y el vicepresidente en funciones de presidente no tiene capacidad legal para convocar elecciones, a no ser que que sean en funciones de elecciones, que de hecho es lo que ha intentado hacer el Gobierno catalán.
Más allá de las chapuzas y la incompetencia que han conducido a esta situación, democráticamente también era una aberración suspender durante meses unas elecciones que llegan con la urgencia de un Govern que está viviendo un final agónico. El Ejecutivo catalán está fragmentado, agotado, y parece evidente que no da más de sí. En este punto, alargarlo cinco meses parecía una irresponsabilidad. Si añadimos que se podían buscar medidas sanitarias solventes, como han hecho otros países, con el fin de poder votar, la decisión todavía parece más intempestiva. Con todo, la convicción de que, esta vez, la piedra tendría que caer sobre tejado catalán y no sobre la endémica maldad represiva. Porque, la verdad, la cruda verdad por más que lo nieguen: es el propio Govern catalán quien se ha disparado un tiro en el pie.
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