REDNECKS EN EL CAPITOLIO




💬James Thaddeus Goad es un periodista, actor y editor de la iconoclasta revista ANSWER Me!,  y un orgulloso redneck de pies a cabeza. Goad, es alguien del que su manifiesto tiene todas las papeletas para convertirse en un futuro «libro negro», y un escritor que en el Manifiesto Redneck intenta lo que puede considerarse una hazaña literaria. Casar humor cafre, generoso en esputos y espuma, con una radiografía bien documentada y fundamentada de las razones del ostracismo, marginación y denigrante vilipendio de la que considera su clase: el blanco pobre. Huelga decir que lo consigue, y con creces. Y, además, recuperada veintitres años después de su publicación original, su peculiar vitriólica diatriba/sesudo estudio se convierte en un suculento antecedente para empezar a entender por qué hay un nazi presidiendo la Casa Blanca. En 1997 Goad publicó  'Manifest Redneck', del que los Estados Unidos llevan ya unos años sufriendo sus consecuencias.

El acierto de Goad fue abrir los ojos a mucha gente a la hora de definir cuál era el problema. Evidentemente, había un importante componente racial, pero también era un problema de clases, y esto último es un tema casi tabú en EEUU. Además, como el tema de la esclavitud estaba aún pendiente de solucionar, introducir nuevos matices sólo podía contribuir a complicar más la ceremonia de la confusión. No está de más recordar que hasta 2008 el Senado de EEUU no se convirtió en la primera rama de gobierno que pedía perdón a los descendientes de los esclavos. De indemnizarlos. Así, cuando Goad recordaba que antes de la Guerra de Secesión miles de blancos vivían en condiciones muy similares a las de los esclavos negros parecía restar valor al sufrimiento de estos últimos. Grave error. Una injusticia no elimina la otra, la multiplica.

Goad no estaba solo, aunque nadie se atrevía a gritar tan alto como él. Incluso el historiador Howard Zinn (una de las principales referencias de la izquierda americana, al que se cita varias veces), había reconocido que la situación de los esclavos 'blancos era casi tan pésima como la de sus homólogos negros. Muchos de ellos habían llegado al nuevo continente secuestrados legalmente (los 'siervos por contrato' o injustamente condenados a interminables penas de trabajos forzados. Y ambas minorías tenían prácticamente los mismos derechos: ninguno. El punto de vista de Goad no era nuevo pero , hasta la fecha, los únicos que se habían atrevido a reivindicar esta realidad eran tarados de la talla del conspiranoico y negacionista del Holocausto Michael A. Hoffman II, autor de They Were White and They Were Slaves (a quien Goad cita muchas veces).

JIM GOAD

La White Trash en sus múltiples variantes (el que quiera aprender a distinguir entre rednecks, hillbilies, whiggers... que se lea el libro) ha sido como el Lepe de los americanos. Algunos retratos eran más bien benignos e incluso humorísticos, capaces de generar obras maestras como el Li'l Abner de Al Capp o simplemente entretenidas como Los Dukes de Hazzard, The Beverly Hillbillies o Los osos montañosos de la factoría Hanna & Barbera . Otras veces, la imagen era un poco más siniestra como Deliverance (John Boorman, 1972) o La Presa (Walter Hill, 1981). Pero, en general, se les tenía por ignorantes, ignorantes ultraderechistas, amantes de las armas y de la Biblia, y con una genealogía en la que se repetían con preocupante frecuencia los matrimonios entre primos hermanos. De ahí el chiste que en el viejo sur, la definición de virgen era la de una mujer que corría más que sus primos.

Caricaturizados hasta el límite de las deshumanización, el fácil fue extender la idea de que seguirían siendo basura blanca hasta que no cambiaran en lugar de asumir que la mayoría de sus problemas eran debido a la pobreza. Evidentemente, como siempre, el tópico tenía algo de razón pero cuidado: si les faltaba media piñata no era una cuestión de moda, es que no había un dentista a cien millas a la redonda. ¿Vagos? Quizá es que no tenían donde encontrar un trabajo medio decente y lo más parecido que ven en su vida a un hombre de negocios es el vecino que cocina meta.

Según la tesis de Goad, tanto a la izquierda como a la derecha les resultaba más fácil acusarles de no compartir el sueño americano que ser víctimas de él. Lo importante es que nadie pensara que era un problema de clases. Los rednecks (literalmente 'cuellos rojos') no son blancos que acabaron siendo pobres, son pobres desde que se plantó la semilla de su árbol genealógico. Así, además, se convirtió en el perfecto chivo expiatorio para los blancos acusados ​​de marginar las minorías: así podían limpiar su conciencia señalando con el dedo mientras ponían cara de "yo no he sido".

Los prisioneros blancos y los pobres engañados en Inglaterra, Holanda, Alemania ... constituyeron la primera ola de lumpen proletariado que llegó a el nuevo continente, mucho antes de que se comenzaran a importar esclavos negros (y en una cantidad mucho mayor) . Con el tiempo la balanza se fue equilibrando, sobre todo desde que alguien descubrió que era más fácil detectar a un esclavo que huía si era de color. Sin embargo, entre las dos minorías había más compañerismo que rivalidad, de ahí que en la mayoría de curvas (una costumbre bastante extendida) solían ir de la mano. De hecho, fue una alianza tácita entre marginados de sistema que duró hasta que la Guerra de Independencia obligó a las élites (todas blancas) a conceder algún que otro derecho a los suyos para conservar su status quo. Así, un problema de ricos contra pobres se convirtió en una lucha entre los que tenían derechos políticos (aunque fueran pocos) y los que no. Los rednecks dejaron de cuestionar el sistema para empezar a soñar con integrarse.

Siendo ecuánimes, varias de las críticas anteriores se situarán en su justo contexto. Goad escribió su Manifiesto redneck antes de Bush II una secuela aún más tonto y la venida de Donald Trump una secuela aún más vergonzosa. En un tiempo en que, al menos que sepamos, no se produjeron episodios «aislados» nótese la ironía como Ferguson o Charlottesville; en que los supremacistas blancos no tenían cargos Top en la Casa Blanca; cuando Breitbart no existía y la Fox no era la cadena más vista en Estados Unidos. En un periodo en el que sus «adorados» dem de la acotación anterior demócratas «moverían cielo y tierra» para perder las elecciones.
En este sentido, el texto de Goad debe verse como un valiosísimo precedente de la situación actual, brillante tanto por su denuncia central, la del clasismo y manipulación del blanco obrero en América como motor de la historia de su país, como por el estilo de su prosa, viperino y divertidísimo, extremadamente inusual para un ensayo sobre temas tan serios y sensibles. Y, al mismo tiempo, por ser una muestra fehaciente de las contradicciones de un país inaprensible y, por ello, fascinante. Un lugar entre el «aislacionismo libertario" y el "destino manifiesto". Que nos ha dado a Thoreau, pero también a Unabomber. A Pat Buchanan y Martin Luther King. A Woody Guthrie y al Ku Klux Klan. Edgar R. Murrow y William Randolph Hearst. Woodstock y la Patriot Act. Edward Snowden y Dick Cheney por citar a uno. Un país, en definitiva, en el que los pobres blancos, picados y denigrados por el capital y los políticos a su servicio, deciden votar un millonario incompetente como Presidente de su país...

La mayoría de los que fueron invadir antes de ayer el Capitolio en Whashington, eran rednecks. Las autoridades estaban avisadas pero no hicimos caso a los seguidores de James Thaddeus Goad. Ahora, las consecuencias de este intento de golpe de Estado institucional acabarán siendo globales, empezamos a prepararnos. Lo más preocupante es que unos cientos de indocumentados puedan ocupar tranquilamente el Capitolio, el templo de la democracia de la primera potencia mundial, una ocupación con cierta connivencia de la policía - dicen - claro, que eran blancos y no negros. Aqui tambien tenemos rednecks, solo hay que cambiar negros para inmigrantes y migrantes interiores de primera generación y ya tenemos el caldo de cultivo. Abascal lo sabe y se aprovecha.


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