💬Las autoridades incompetentes nos han dado el fin de año libre. Cansado de luchar contra la Covid-19, nuestro Gobierno ha admitido su derrota, y nos ha dejado un fin de año libre hasta la 1 de la madrugada, lo cual no se si es bueno o malo, puesto que imagino que la gente cada uno en su burbuja se habrá quedado celebrando la entrada de año hasta las seis para poder regresar a sus casas, lo cual quiere decir más horas de exposición al contagio. Según el índice 'cotillón' de Rosario, mi librera de cabecera, se vendieron muchos cotillones i no por pares, lo cual quiere decir que hubo muchas celebraciones de mas personas de las autorizadas, burbuja aparte.

Quiero recordar a los setenta y un ancianos que han fallecido en el asilo de Tremp (Lleida), una instalación centenaria, conectada al hospital comarcal del Pallars, uno de los centros de salud más importantes del Pirineo. Las vacunas no llegaron a tiempo y la incompetencia de los gestores facilitó el contagio. Desconocemos el nombre de los muertos. Los titulares que han narrado su tragedia han sido discretos, nada que ver con los que merecen otras tragedias. Los ancianos de Tremp murieron en sus camas, muchos de ellos desnudos, denigrados en sus propios excrementos. Su anonimato protege a las autoridades y abandona a las familias que confiaron en ellas. 

Los gobiernos occidentales, tanto el catalán y todos los españoles, han demostrado una gran incompetencia, y lo peor es que los políticos que están en la oposición no lo hubieran hecho mejor. Si algo nos ha enseñado el 2020 es nuestras limitaciones como sociedad, nuestra indefensión ante un simple microbio, toda una cura de humildad. Es el nuevo apocalipsis, y nadie sabe nada o pretenden saberlo todo, que viene a ser lo mismo. Ruboriza escuchar ahora las declaraciones de los expertos epidemiólogos al principio de la pandemia, cuando nos decían que la Covid-19 era como una gripe suave, que con un paracetamol era suficiente. No se salva ni uno, desde Don Simón hasta el petimetre de Oriol Mitjà. Todos ningunearon la gravedad de la situación, hasta que ya fué demasiado tarde.

La pandemia del 2020 ha exacerbado la antidemocracia y demostrado la incapacidad de la técnica para mantener el sistema a flote. La vacuna es un gran logro, pero todavía no sabemos durante cuánto tiempo nos protegerá. Nada nos garantiza que no sufriremos otro coronavirus global, con una tasa de contagio igual o superior a la actual. ¿Qué pasará entonces, cuando cada infectado pueda contagiar a más personas y a los epidemiólogos no les haga caso nadie?  Ya no me apetecía la idea antes, pero visto lo visto, no me gustaría nada acabar mis días en un asilo. Un  país que deja morir a sus mayores, no es un país, es otra cosa.  Bienvenidos al año 2021, el espectáculo continúa.