💬El espectáculo de ver las calles que vuelven a quemar, en esta Barcelona que ya sabemos es terreno abonado para barricadas, no contribuye a pensar que podamos reconstruir el país después de la pandemia. Sobre todo cuando dirigentes de la CUP, la quinta fuerza en el Parlamento, no sólo celebran la brutal batalla contra la comisaría de Vic, sino que quieren entrar en el Gobierno catalán para convertir los Mossos en una especie de ONG para ayudar a las ancianitas a cruzar los pasos de peatones y los de Juntsxcat se posicionan a su lado por motivos meramente de oportunismo político, de miserable a miserable y de mezquino a mezquino. ruin el último.
Ya sé que la política se basa en gestos y el independentismo es experto en gesticular y hacer volar pájaros. Pero que la primera reunión de ERC tras las elecciones haya sido con la CUP resulta cuando menos singular, sobre todo mientras queman las calles del centro de la ciudad. El comunicado final del encuentro no va más allá de celebrar la victoria independentista en las elecciones y subrayar la necesidad de que el nuevo Consejo Ejecutivo gire a la izquierda. Pero en la reunión, los cupaires criticaron el modelo de orden público, exigieron la dimisión del consejero Miquel Samper y la disolución de la Brimo. ¿Modelo de orden público? Lo que no puede ser en ningún caso es un modelo para el desorden público. De hecho lo que debería cambiar no es el modelo de orden público de los mossos, sino el modelo de comportamiento de los cupaires. Qué lacra, Oh my god! pura basura política es lo que son, detritus no reciclables que contaminan demasiado. Menos mal que no entrarán en el Gobierno, ni ahora ni nunca. - espero no haberme de tragar estas palabras -, claro que si tocan poder habrá que ver cómo se comportan, a lo mejor entienden que están dentro de la esfera del poder, lo que los de Podemos aún no ha entendido ni comprendido. La alcaldesa Colau los podría dado unas cuantas lecciones de cómo comportarse a la que se toca poder.
Las calles queman por el encarcelamiento de Pablo Hasél, que ha acumulado cinco causas penales y cuatro condenas, dos de las cuales por agresiones físicas, una contra un periodista. La pena no debería ser de prisión, pero tenemos un problema si consideramos que es un icono de la libertad de expresión que incita al odio. Hasél es la excusa, el tonto útil utilizado por unos y otros que ni siquiera debían saber quién era hace quince días, y no son los de los disturbios jóvenes preocupados por la crisis o su incierto futuro, (estos, que les hay), tienen futuro y sino, se manifiestan pacíficamente, mientras los que queman contenedores son otro tipo de juventud, radical, que quema contenedores o motos para protestar por la condena a Pablo Hasél, por el Barça cuando ganaba algún título, o por lo que sea, cualquier celebración termina con estos vándalos quemándolo todo. Y la CUP azuzando los mismos, Arrels es una buena muestra de este modo salvaje de protestar. Lo decía Warhol: en el futuro, cualquier imbécil tendrá sus cinco minutos de gloria, de incierta gloria. Contra este dolor de cabeza no valen aspirinas ni paracetamol.
Mal vamos cuando para construir un país nos dedicamos a destruirlo todo. Eso es lo que siempre han hecho los integristas religiosos de cualquier signo. ¿Será todo esto una nueva religión y no nos habíamos enterado?
ResponderEliminarFeliz fin de semana si es que te dejan.
Dudo que sea feliz el fin de semana, ayer hubo sarao del gordo otra vez, aunque me da que estos integristas son ateos más que religiosos.
ResponderEliminarSaludos.