EL TAXI, UN CONCEPTO OBSOLETO


La huelga de taxis ha adquirido en las últimas horas una peligrosa espiral que no puede conducir a ningún resultado positivo. Tras la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) de mantener la suspensión cautelar del reglamento del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) para los VTC (vehículos con conductor) el colectivo de taxis confirmó las amenazas previas de colapsar la ciudad. Así ha pasado desde el viernes en una arteria tan principal como la Gran Vía, y con menos impacto en la Diagonal y en la calle Aragón. Una cosa es mantener una huelga indefinida, un derecho de los trabajadores, y otra, bien distinta, bloquear una ciudad como Barcelona, ​​con el perjuicio que supone, ante todo, para los residentes habituales. Y luego por la imagen que proyecta en la época de mayor afluencia de turistas. La cadena de consecuencias afecta directamente el comercio, explican en el periódico.

Tras los incidentes aislados de la primera jornada de huelga de una violencia inadmisible, el conflicto entre el sector del taxi y las nuevas plataformas digitales no acabará en ningún caso con la eliminación del competidor. A la espera de que se pronuncie la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), resulta una noticia positiva que el Ministerio de Fomento haya citado en sendas reuniones de negociación las partes implicadas, las asociaciones del taxi, por un lado, y las de los VTC, por otro.

Ni el taxi puede acaparar todo el pastel, como antes, en estos tiempos digitales ni la irrupción de nuevos modelos pueden dejar herido de muerte el sector. Es conocido el grave perjuicio que provoca la huelga de un servicio público, en manos privadas en este caso, pero la acción reivindicativa no puede llegar nunca a los términos de bloquear una ciudad. Algo que elimina cualquier empatía que pueda tener una lucha sindical para derivar en un rechazo lógico. Y para evitar este extremo corresponde a las diferentes administraciones agotar todas las vías de diálogo y negociación para encontrar un acuerdo de consenso necesario que acabe con esta situación de bloqueo que afecta a la movilidad en la capital catalana.

El problema radica en que el taxi, su servicio, es igual ahora que hace 80 años, que el taxi es una auténtica mafia, véase las barbaridades de dinero que llegan a pagarse por una licencia, o como se explota a los chóferes subcontratados, y conste que Uber u otros VTC no són la solución, como no lo es la ligera modernización del servicio del taxi aplicando las nuevas tecnologías. Pero el problema es lo que decía al principio, el taxi es un servicio público de transporte de personas, no un privilegio de un gremio determinado, y, hay que tener en cuenta que pronto comenzarán a circular ya en EEUU taxis, o servicios de transporte de viajeros sin conductor, éste es el futuro próximo, más cercano de lo que parece, y no el mundo obsoleto y arcaico del taxi.

Lamentable por cierto, que al menos en la primera huelga de taxis, no hubiese ningún tipo de servicio mínimo, ni de atención a personas necesitadas, de hecho, yo, si fuera la autoridad Municipal, los habría retirado la licencia a todos los taxistas, a todos, y luego ya veríamos si los devolvía, porque una cosa es hacer huelga y la otra la salvajada que ha perpetrado esta pandilla de individuos, tan obsoletos como su trabajo.

... en ABC informaban en enero sobre los taxis sin conductor:

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