INASEQUIBLES AL DESALIENTO


Decía en el escrito de ayer que necesitábamos con urgencia a un Estanislao Figueras, primer presidente de la I República, para que les dijera a los suyos aquello de: "señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros". Es para estarlo. Volver a liderar Europa en contagios con la atención primaria desbordada en algunas comunidades y hospitales cerca del colapso cuando ni siquiera hemos terminado septiembre, es un fracaso de nuestros políticos, no de la ciudadanía, que tampoco ha ayudado, pero esto ya lo tenían que haber presupuesto. Estamos pagando el desmantelamiento de la Sanidad pública, los recortes en investigación de las derechas y la incompetencia de personajes como Ayuso. 
De acuerdo que el Gobierno no puede solucionarlo todo pero tiene que mostrar que lo está intentando por todos los medios. Después de todo, es el que tiene más poder para poner e imponer medidas. Ni la cogobernanza, ni las transferencias son excusa. Si los demás lo hacen mal, el Gobierno de Madrid debe hacerlo mejor y salvarnos del desastre. Pero no hay plan ni mando, hay otra vez imprevisión, improvisación y falta de liderazgo. Un liderazgo que me lleva a pensar en que si Jordi Pujol o Pasqual Maragall, en su tiempo de gobernantes hubieran pedido a la ciudadanía de Barcelona que se quedara en casa, esta en la gran mayoría les habría hecho caso, por qué la gente les respetaba y consideraba este liderazgo, que obviamente Quim Torra ni de lejos tiene. Lo mismo se podria decir de Madrid, con Aznar o Gonzalez en la Presidencia del Gobierno.

Cuando Estanislao Figueres se hartó de la incapacidad de los políticos españoles de llegar a un acuerdo para superar una grave crisis, soltó la conocida frase, se fue a su casa, hizo las maletas y cogió un tren en Francia sin ni siquiera dimitir ni despedirse. Dan ganas de hacer lo mismo, de momento los ciudadanos se han ido a la playa o a la montaña. Pero los que deberían irse son los que no hacen su trabajo como es debido, pero estos tienen el culo pegado al escaño del Parlamento y son inamovibles, inasequibles al desaliento.

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