Si las previsiones del teórico Mathieu Jean-Marc Joseph Rodrigue, se hubieran cumplido, hoy no podría haber escrito este texto, ya que según Rodrigue, ayer tenia que haberse acabado el mundo. Esta es la “fecha de caducidad” para la Tierra que difundía un teórico de la conspiración llamado Mathieu Jean-Marc Joseph Rodrigue y que, pese a lo descabellado de su teoría, se ha hecho viral en las redes.
El agorero, que asegura haber oído una voz en medio de “cuatro seres vivientes”, califica de “sabiduría” el hecho de poder interpretar “la figura de la bestia”, es decir el 666, el número asociado con el diablo, informa Daily Star.
Rodrigue comenta que la clave de la fecha reside en un pasaje del libro de las Revelaciones que reza así: “le dieron autoridad para actuar durante 42 meses”. Tras realizar algunos cálculos que no quedan bien aclarados, Rodrigue explica que a la cifra 666 se le agregan los 42 meses, resultando la fecha exacta del Armagedón.
Pese a lo poco claro del asunto, la predicción se ha hecho viral, siendo comparada por muchos con la teoría del escritor estadounidense, David Meade, aficionado a la astronomía y a la numerología bíblica, que había predicho que la fecha del fin del mundo era el 21 de octubre del año pasado.
Obviamente ni Rodrigue ni Meade acertaron en su predicción , una más, ya no sé las veces que se va a acabar el mundo con las predicciones de estos agoreros y luego la vida sigue igual, y lo que no entiendo es porque hacen predicciones a corto plazo, porque si uno anuncia el fin del Mundo para el año digamos 2050, el descrédito cuando el hecho no se produzca és mucho menor que ahora, que al desmontarse toda la teoría de la conspiración, el descrédito y el ridículo es inmediato.
Este falso profeta, me recuerda un caso hace unos años en Nueva York. No he sabido encontrar cuál era la secta ni el nombre de su líder, pero recuerdo el caso: El líder de esta secta les comunicó a sus fieles seguidores que un domingo por la noche se acabaría el mundo, y las órdenes que les dio si se querían salvar, era desprenderse de todos, absolutamente de todos sus bienes materiales que le habían de entregar a él en dinero y presentarse a un lugar determinado del puerto de Nueva York a las doce de la noche vestidos sólo con una sábana. Allí antes de romper el alba, una nave extraterrestre les vendría a buscar para reunirse en otro planeta con él.
Aunque parezca mentira, una cincuentena de inocentes le hicieron caso y tras desprenderse de todos sus bienes terrenales y entregarle el dinero a él, con toda la buena fe del mundo se fueron a las doce de la noche ellos y sábana, al puerto a esperar la nave. Al romper el alba y con la  llegada de los primeros trabajadores del puerto se dieron cuenta de que les habían tomado el pelo, la ropa y el dinero y con una mano delante y la otra detrás regresaron no se donde, pués no tenían donde ir, salvo a casa de algún amigo o familiar. Del líder de la secta no se supo más. O sea el el mundo no se acaba, de momento.