SOMOS CARNE DE PASO, ¡ESTÚPIDOS!


Mientras el Gobierno italiano compite en brutalidad con el de Estados Unidos, después de bloquear la entrada a puerto del buque 'Aquarius', a bordo del cual viajaban 630 personas, ahora se niega a acoger a otras 224 personas en las mismas condiciones. 
Este ministro de Interior italiano, Matteo Salvini, refiriéndose a todos ellos como "carne humana". Mostrándose orgulloso de las decisiones que están tomando. Criminalizando las organizaciones que están salvando vidas, y anunciando además un censo para gitanos, es un fiel reflejo de a quien está votando la gente sin ser del todo consciente de ello.
Y esos millones de personas que votan a gente así. En Europa o en Estados Unidos. Qué pensarán? ¿Les removerán los gritos de los menores o las imágenes de las barcazas? Este fin de semana varios países europeos, incluida España, celebran una cumbre para analizar la política migratoria. Y uno no sabe de que se sorprende la gente, desde el inicio de los tiempos somos todos sólo eso: carne humana, o carne de paso. Diría que este trato a los ciudadanos no es nuevo, ya viene de antes, esta anécdota personal es bastante ilustrativa:

"Cuando tenía doce años, me levantaba a las siete de la mañana y con la bicicleta con remolque, iba de la calle de Vilarrubias hasta el Mercado Central a recoger las frutas y verduras que mi padre antes había encargado. Mi padre trabajaba en un almacén de aceites en la Vía de Massagué y en la calle de Vilarrubias en una casa inglesa tenían mis padres la tienda de comestibles que era a la vez vivienda. Ahora puede parecer raro, pero antes cuando no habían Grandes Superficies ni supermercados de barrio, menudeaban las pequeñas tiendas de comestibles para abastecer un poco de todo a los vecinos. Vendrían a ser el equivalente a los comercios de Paquistanis siempre abiertos que proliferan ahora.
A mí no me importaba levantarme pronto, me parecía que era un acto de confianza por parte de mis padres y además con la bicicleta y el remolque me sentía útil. Cuando volvía iba a desayunar en la panaderia de la esquina, de Sisu Carreras, en la trastienda, que la tenía llena de novelas del oeste y allí con el pan recién cocido todavía un poco caliente, con tomate y anchoas desayunaba mientras leía novelas de Fidel Prado, Marcial Lafuente Estefanía y algún otro de estos que escribían a tanto por novela.
Después iba a la escuela y al salir a las doce me iba al almacén donde trabajaba mi padre y a menudo me enviaban a hacer alguna gestión, sobre todo al Banco llevar remesas de talones o incluso ingresos en efectivo (eran otros tiempo).

Un día de estos fui a llevar unos documentos a un Banco que lleva el nombre de la ciudad, el lugar donde los tenía que dejar era entrando a mano derecha, donde había una señora de mediana edad pero que mandaba mucho, aspecto un poco raro en aquella época en que pocas mujeres tenían algún cargo de poder. Bueno, delante de mí había un señor que hablaba con ella. Mientras yo esperaba no pude evitar escuchar su conversación, pues los adultos cuando hay niños hablan como si estos no estuvieran o no se enteraran de nada de lo que están hablando (grave error, las antenas de los niños son muy largas). El hombre le comentaba la mujer que el Banco había crecido mucho, que se iban haciendo grandes, etc, etc.

- ¿Cuantos sois ya?  le preguntó finalmente.

Y entonces la señora que mandaba mucho le contestó:

- ¡Uy! más de mil quinientos, pero en cargos de responsabilidad pocos, el resto, son carne de paso.

No lo he olvidado a pesar del paso de los años, y esto es lo que para los gobiernos y empresarios somos la gran mayoría de esta entelequia actual, en otros tiempos llamada clase obrera. Carne de paso."

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente