Se han producido tantos cambios en tan poco tiempo a nivel político que obligan a repensarlo todo de nuevo. Ayer en el Congreso, Pedro Sánchez respondió a Joan Tardà diciendo que el independentismo debería acabar con la unilateralidad, que la Constitución no es un margen estrecho y que sobre el Estatuto se puede construir un nuevo consenso: "Debemos reconocer nuestros errores, también ustedes los suyos", dijo Sánchez en un tono comedido. Nada que ver con las respuestas que se escuchaban hasta hace poco en la Cámara cuando la presidía el Partido popular.
Haría bien el independentismo de intentar armonizar finalidad y posibilidad, aunque algunos le tachen de traidores. Ha llegado el momento de que los dirigentes catalanes digan en público lo que proclaman en privado, y que aprovechen la oportunidad que les ofrece el Gobierno de Pedro Sánchez, aunque no sé yo si Quim Torra y su entorno lo tienen claro, deberían abandonar el inútil simbolismo y aferrarse al pragmatismo, tener los pies en el suelo, aceptar la derrota inapelable y retroceder a la posición anterior antes del desastre, diga lo que diga Puigdemont.
Haría bien el independentismo de intentar armonizar finalidad y posibilidad, aunque algunos le tachen de traidores. Ha llegado el momento de que los dirigentes catalanes digan en público lo que proclaman en privado, y que aprovechen la oportunidad que les ofrece el Gobierno de Pedro Sánchez, aunque no sé yo si Quim Torra y su entorno lo tienen claro, deberían abandonar el inútil simbolismo y aferrarse al pragmatismo, tener los pies en el suelo, aceptar la derrota inapelable y retroceder a la posición anterior antes del desastre, diga lo que diga Puigdemont.
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