He querido recuperar este comentario del mes de julio de 2008, porqué ahora que estamos inmersos de lleno en la crisis, vale la pena leerlo y tomar buena nota. Esta historia la leí hace muchos años en Unzu un comercio de Pamplona y me parece muy ilustrativa de como a veces reaccionamos delante de una crisis en un sentido totalmente negativo y opuesto a como deberíamos hacerlo, influidos más que por la propia crisis por la informació o mejor dicho desinformación que nos llega desde los medios. Sobre todo del peor informado de todos: un economista.

Hacia el año 1925 un hombre puso un pequeño negocio justo en medio de la ruta 66 en los Estados Unidos, había mucho tráfico de camiones de transporte de mercancías y vehículos y empezó por una gasolinera y un pequeño chiringuito donde servía cafés, desayunos, comidas y lo que hiciera falta. Poco a poco dado que había establecido su negocio en un lugar estratégico, éste fue creciendo, amplió la gasolinera, abrió un restaurante mayor que amplió a Motel, más un área de servicio para guardar los camiones por la noche, así como un tren de lavado y servicio de reparación de vehículos y hasta un burdel.
El negocio le iba cada vez mejor hasta el punto que creó un pequeño imperio que iluminaba las noches de la zona con sus luces y neones. Éste hombre, que era analfabeto, decidió enviar a su hijo a estudiar a la mejor Universidad de los Estados Unidos, se lo podía pagar y no quería que el chico fuera un analfabeto ignorante como él.
Debido a sus limitaciones y a que tenía mucho trabajo y un grupo de empleados, nuestro hombre obviamente no leía diarios, ni escuchaba la radio o veía la televisión, él, trabajaba y ganaba el dinero a espuertas ajeno a todo el entorno mencionado.
El año 1930 volvió a casa el hijo licenciado con muy buena nota en Económicas.
Sólo llegar llamó a su padre: ¡Padre! ¿Cómo es que haces este dispendio de luz con tantos letreros y neones,? ¿que no sabes que el año pasado hubo un crack en la bolsa y estamos inmersos en una enorme crisis económica?
El padre se encogió de hombros contestándole: Chico, el negocio da mucho y no se ni que hacer con el dinero que gano.
- ¿quieres decir que hay crisis?.
Claro que la hay, contestó el hijo, ¿que no escuchas la radio?, ¿que no ves la Televisión?.
- ¡No! ¡contestó el padre, tengo demasiado trabajo para ocuparme de estas cosas.
- ¡Ay! suerte que he venido, remachó el hijo, tienes que cerrar inmediatamente el restaurante y el Motel, las luces por supuesto, es un gasto muy fuerte en energía, y el taller mecánico y el garaje, y cerrar también el burdel, la gente no está para el sexo con esta crisis. Debes mantenerte sólo con la gasolinera y el chiringuito y esperar a que remonte la situación económica.
El padre no lo veía nada claro, si todo rendía y funcionaba como una máquina perfectamente engrasada de ganar dinero no veía porque tenía que reducir su negocio, pero como el chico tenía estudios y él era un pobre analfabeto, le hizo caso. 

Al cabo de medio año el negocio era una ruina y ni siquiera daba la gasolinera o el chiringuito, pués la gente se detenía en otras áreas de servicio que habían ido proliferando y que ofrecían todos los servicios que él había cerrado.
Un día, cuando la cosa iba ya muy mal le dijo a su hijo: Chico, tenías razón, hay una enorme crisis y yo sin enterarme, suerte que tú eres economista y lo supiste detectar a tiempo.
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