CONTAGIAOS HASTA MORIR



El Gobierno de España y todos los gobiernos autonómicos en general vienen tomando desde hace meses medidas más o menos acertadas para reducir los contagios del coronavirus, pero es evidente que han fracasado en sus intentos de prueba error, error prueba, error. Los positivos se disparan hasta cifras estratosféricas, la economía no acaba de reanimarse y empieza a notarse un evidente cansancio de la ciudadanía. Probablemente lo están haciendo mal, aunque también es cierto que no saben cómo hacerlo bien. Ni ellos ni los propios científicos presuntamente expertos. Las cosas funcionaron razonablemente bien con las estrictas prohibiciones decretadas durante el estado de alarma: entonces, los políticos elogiaron de manera desmesurada a los ciudadanos, pero me pregunto dónde está el mérito del comportamiento ejemplar de la ciudadanía de no moverse de casa o no viajar cuando todo está cerrado y sabes que te pueden multar porque las calles y las carreteras están vacías y tu presencia en ellas es fácilmente detectable por la policía.

De acuerdo que el levantamiento del confinamiento fue precipitado con el fin de no perjudicar más la economía y favorecer el turismo, recordemos aquellos turistas alemanes que fueron ovacionados al llegar a Palma de Mallorca, pero a la que dejaron salir al personal por calles y carreteras, enseguida se vio que la cosa no iría bien, recordar sólo las lamentables escenas de las playas de la Barceloneta y estos últimos días la invasión de los ultracuerpos del Parque Natural del Montseny. Por cierto, que a pesar de los reiterados avisos del Gobierno esta mañana a las diez y media ya han tenido que cerrar los Mossos el acceso al Parque Natural.

Los contagios desbocados son más bien culpa de los ciudadanos que incumplen recomendaciones tan nimias como lavarse las manos, ponerse la mascarilla y no reunirse sin protección con personas que no vivan con uno. Los denostados políticos llevan meses pidiéndonos esto. Y claro, resulta que España es el único país del mundo en que la gente lleva puesta las mascarilla cuando no es necesaria y se la quita cuando debería llevarla puesta. Las terrazas de los bares y las reuniones familiares o de amiguetes pueden dar fe de ello. En realidad, estos son los sacrificios que nos están pidiendo, estos y sólo estos, aunque se echa de menos alguna que otra agresiva campaña institucional como aquellas espeluznantes que Tráfico hacía en el pasado para hacernos sentir culpables de las muertes en la carretera. No hemos visto UCIS con gente entubada, ni muertos, ni ataúdes, aunque no sé hasta qué punto habrían hecho efecto, la inconsciencia parece que es el estado natural de una gran parte de la incívica ciudadanía.

Llegaremos a un punto en que los Gobiernos dejarán que nos contagiemos por la cosa esta del efecto rebaño, hartos de que no les hagamos caso, nos salva de ello que no tienen suficiente lugar en los hospitales, porque sino harían un Neil Postman y nos dirían: contagiaos hasta morir.

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