Hasta hace poco nuestros gobernantes, nos decían que la disyuntiva era sanidad contra el virus o permitir que la economía prosperara. Ya hemos visto que no se ha conseguido ni una cosa ni la otra, la segunda ola avanza sin remedio y la economía se desmorona, y no sólo la de bares y restaurantes en Catalunya.

Ante la pandemia han quedado demostradas varias cosas: No hay soluciones mágicas, pero sí problemas reales irresolubles, y la inoperancia de los Gobernantes ha quedado más que demostrada. Y es que así no vamos a ninguna parte. Cada partido va por su cuenta y los de siempre bloqueando y sacando rédito político de la enfermedad, más miserable ya no se podía ser, parecía, pero se ha demostrado que sí.

En el caso de Catalunya, no puedes cerrar bares y restaurantes de un día para otro si no tienes la manera de compensarlos, no con la miseria de 40 millones a repartir que es el chocolate del loro. Hace quince días que la Generalitat ya había previsto cerrar bares y restaurantes, o eso se deduce de las manifestaciones de alguno de los expertos que les aconsejan. Si llevan esta ventaja, tenían quince días para tratar de buscar las soluciones para aliviar el problema que han creado en la restauración, y no esperar a cuando ya han creado este problema, que afecta a un 20% del PIB catalán, por cierto.

Podían haber probado de dejar abiertas las terrazas e incluso restaurantes con aforos realmente reducidos y con las distancias entre mesas adecuadas y con más policía vigilando para que se cumplieran las normas. Podían haber previsto la segunda ola que de hecho no es la segunda, sino la prórroga de la primera, provocada por un desconfinament precipitado y todo para no perjudicar más a la economía ni al turismo. Y esto demuestra que que si no hay salud no hay economía, por más que si empeñen. Cerrar bares y restaurantes es una medida de país rico y aquí somos un país de pobres.

Todo ello es un desastre. No es igual cerrar los bares y restaurantes de Barcelona, ​​que los de un pequeño pueblo que a lo mejor tiene un bar-restaurante y és más suficiente y a la vez necesario que esté abierto. La solución a la pandemia no necesita ni siquiera de la vacuna, (que parece que va para largo) depende sólo de los ciudadanos, que como Messi para el Barça son a la vez el problema y la solución. Si los ciudadanos fueran capaces de comportarse, de seguir las instrucciones de los expertos médicos, se pondría freno a la pandemia, así de sencillo. Hay que tener en cuenta que España és el único país en el que la gente lleva puesta la mascarilla cuando no es necesario y se la quita cuando no deberia hacerlo, que és en bares, terrazas y restaurantes. Prueba de ello, es que en Catalunya estamos a punto de llegar a los 400 puntos de riesgo de rebrote, mientras que en Alemania están en 79. ¿Por qué? Si algo tienen los alemanes es disciplina, mientras que aquí esta palabra suena a oxímoron. Italia y Portugal no llegan a los 200, y socialmente tienen un comportamiento igual al nuestro. No culpemos pues al Gobierno o Gobiernos, que ya sabemos que son una panda de inútiles. El culpable en este caso es la víctima y quién no lo quiera entender así, ya se lo encontrará.

Vienen meses difíciles y este otoño por primera vez no será caliente, sino frío, un otoño como las de la posguerra cuando por el tiempo de las castañas hacía frío de verdad, y el invierno se nos hará largo, largo y doloroso.