Paul Harvey, de 74 años, estaba por su vecindario de San Francisco y y sacó una fotografía que ha corrido por Estados Unidos. De pronto vio que un coche se metía en un sitio en construcción, en la Golden Gate Avenue, sin hacer nada por frenar. No hizo falta. El vehículo se quedó atrapado en una zona donde acababan de pavimentar con hormigón, todavía muy fresco.
El vecino pensó que la situación era divertida, rara y espeluznante. Un tres en uno. Tal vez el conductor llevaba una cogorza monumental, o se había pasado fumando “cigarritos de la alegría” o, quien sabe, se había dormido por cansancio o por efecto de algún fármaco. Pues no. El asunto quedó claro de inmediato. El vehículo, de la empresa Cruise, era uno de esos coches que ejercen de taxi sin taxista al volante. No había conductor, es lo que ya se conoce como robotaxis . Tuvieron que desplazar a varios operarios de la compañía para sacar el vehiculo, incapaz de salir del entuerto.
San Francisco, el mayor territorio experimental del país, se ha convertido en la primera ciudad de Estados Unidos con gran una flota comercial de taxis sin conductor: 500 vehículos. El negocio se lo reparten por partes iguales dos sociedades, la citada Cruise, que es una subsidiaria de General Motors, y Waymo, propiedad de Alphabet, empresa matriz de Google.
Las dos firmas recibieron en agosto la autorización de la Comisión de Servicios Públicos de California, el organismo regulador estatal, para ir en búsqueda de pasajeros. Esta distinción pionera, sin embargo, se produjo a pesar de la oposición de buena parte de los vecinos, de la policía y los bomberos, así como del mismo ayuntamiento, por la preocupación que provoca la aplicación de esta novedad.
En teoría, los vehículos sin conductor son una promesa para un futuro con menos congestión, menos accidentes, puesto que en su mayoría se deben a errores humanos (las máquinas no se emborrachan), y una movilidad superior para las personas que sufren discapacidades.
Pero después de una etapa de pruebas plagada de errores –hubo algún herido y un perro muerto porque el coche se saltó semáforos y pasos de peatones–, nada más arrancar el transporte oficial se registró esa imagen del hormigón, el choque de otro coche con un camión de los apagafuegos que iba con la sirena en marcha o, entre otros, el bloqueo de la circulación en una vía principal.
Todos estos incidentes, menores aunque suenan a aviso, se vincularon a los Cruise, firma que recibió la orden de aparcar la mitad de sus unidades a la espera del resultado de una investigación.
“Se han hecho muchos progresos. Los vehículos autónomos (VA) son mejores técnicamente y más competentes al operar en entornos más complicados”, señaló el profesor Nico Larco, que ha estado siguiendo el progreso de los VA desde la Universidad de Oregon.
“Pero existe la inquietud de si están al nivel de que puedan implementarse de forma segura a gran escala en un momento en que hay mucha presión de las compañías de coches autónomos, de sus inversores, para que se muestre un camino de rentabilidad”, remarcó. Aunque ya se experimenta en otras ciudades estadounidenses, San Francisco destaca como campo de pruebas. Ocurre para desespero de sus residentes, que piden tener voz y se les escuche. Mientras en España Radio Tele Taxi de Justo Molinero y la COPE, están más que preocupados, quien les escuchará si no hay conductor en los taxis del futuro.
Menos mal que el FARY no está entre nosotros, menudo disgusto se llevaría.
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